Álvaro Pérez Jorquera,
Vocero de Asamblea de Estudiantes del Departamento de Estudios Pedagógicos G21
Licenciado en Historia,
Estudiante de Licenciatura en Educación y Pedagogía,
Universidad de Chile.
Sin duda, el ascenso revolucionario chileno a fines de la década de los 60’ y principios de los 70’ se cuenta entre los procesos más avanzados de la clase obrera mundial, que llegó a cuestionar los pilares mismos del capitalismo, cuando los trabajadores se tomaron las industrias y las pusieron a producir sin los patrones, como fue el caso de los Cordones Industriales, en el marco de una aguda lucha de clases. Y el proceso inmediatamente posterior, con la instalación de la dictadura militar, entre las más brutales contrarrevoluciones.
Así, al calor de la lucha de clases es que se puso a prueba al conjunto de la izquierda chilena, sus partidos, y con ello, sus estrategias como parte del proceso revolucionario chileno. Nos centraremos acá en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) intentando responder a la pregunta ¿Qué tipo de partido construyó para qué tipo de revolución?
Para ello, nos remitiremos primeramente al primer acápite de su Declaración de Principios, redactada en 1965 por Luis Vitale, reconocido dirigente trotskista y miembro fundador del MIR, donde se plantea que “El MIR se organiza para ser la vanguardia marxista leninista”[1] y que “El MIR se define como una organización marxista – leninista, que se rige por los principios del centralismo democrático”[2], proyectando con ello su enraizamiento con la tradición bolchevique. Sin embargo, más allá de reafirmar su opción por el análisis marxista y su concepción de formar un partido revolucionario, no da luces sobre su concepción de partido a formar, en circunstancias que tanto los PC, los partidos maoístas y trotskistas; y las organizaciones guerrilleras se reclamaban también herederas de la misma tradición, al menos en el papel, lo que no contribuye a una mayor diferenciación. En esencia, podemos asegurar que es un marxismo antiestalinista que entroncó con posiciones directamente populistas[3] lo que lo configuró como un partido ideológicamente ecléctico.
El problema del partido fue motivo de insistente debate, al menos hasta su fraccionamiento en 1969, como lo enuncia Osvaldo Torres:
“Según se aprecia en los debates sobre la teoría del partido político en general, como en el marxismo en particular, no hubo una sola posición (…) Este debate también estará presente, de diferentes formas, entre las dos organizaciones estudiadas (MIR y PRT – ERP)”[4].
Este debate reflejó el enfrentamiento subterráneo entre las estrategias del trotskismo y la corriente castro-guevarista que convivían al interior del MIR, cuyo punto de convergencia fue esencialmente el de levantar una alternativa a la “unidad de la izquierda reformista” que representaba el proyecto de la UP. Es lógico pensar que la concepción de Lenin de un partido que fusione a la vanguardia obrera con el marxismo revolucionario formado por militantes profesionales de la revolución (con un profundo trabajo en el seno del movimiento obrero) difiere de la que planteaba el Che Guevara, para el cual éste estaba formado por guerrilleros cuya tarea principal es la lucha armada contra el gobierno de turno, fusionando así al partido como organización política revolucionaria con las tareas militares propias de un ejército insurreccional (en este caso de guerrilleros de extracción principalmente campesina), fusionando características de un partido revolucionario y un ejército insurreccional en un mismo aparato. Esto se transforma en un problema importante pues el tipo de partido se encuentra relacionado directamente con la estrategia revolucionaria a seguir y por ende repercute en el posicionamiento del partido frente a las coyunturas políticas concretas. Así, para el caso de las corrientes que dieron lugar al nacimiento del MIR, la clave de la confluencia fue la perspectiva de abrir un proceso revolucionario en Chile, caracterizado por el enfrentamiento violento y armado con el Estado burgués, perspectiva para la que el partido buscó prepararse, aunque sin éxito.
“Esta lucha armada la concibieron como una guerra revolucionaria larga e irregular que significaba’… la apertura de algunos primeros focos armados que poco a poco crearan las condiciones revolucionarias llamadas objetivas, es decir, que ellas permitirán progresivamente ganar a la población para integrarla a la lucha armada. Así se constituirá el ejército revolucionario, en pleno régimen burgués, y así podremos nosotros conquistar el poder político’”[5].
Así podemos afirmar que a pesar de las diferencias, entre 1965 y 1969, años en los que la influencia del trotskismo era fuerte, el MIR, que se mantenía aún con tareas de propaganda, apostó a constituirse como un partido de vanguardia que buscaba influenciar en lo más avanzado del movimiento de masas, esto es, entre estudiantes, pobladores, campesinos, mapuche y los trabajadores, lo que significó también un primer paso para la disolución de la clase obrera en el pueblo, si bien la construcción entre la clase obrera mantuvo cierta primacía debido a la política trotskista, posición que desapareció cuando el partido se fraccionó y otorgó el espacio político para profundizar la estrategia del Poder Popular y la disolución de la centralidad obrera. A la par intentó organizar un incipiente aparato militar clandestino, con el objetivo de iniciar una revolución armada contra la burguesía, en línea con las corrientes guerrilleras que actuaban en América Latina y que se influenciaron de la experiencia cubana. Sin embargo, salvo unos pocos asaltos a bancos y armerías, este trabajo no logró superar el estado embrionario, aunque fuera parte importante de su estrategia revolucionaria y su discurso público.
De fondo se encontraba el debate en torno a cual sería el modelo insurreccional del partido, si obedecería al modelo soviético donde las masas oprimidas encabezadas por la clase obrera se levantan contra el régimen capitalista, o si obedecería a la acción armada del partido encabezando el descontento popular, sostenidas por las corrientes trotskista y castro-guevarista respectivamente. De esta manera en la práctica convivieron ambas estrategias, hasta su fraccionamiento en 1969, el cual se llevó a cabo de manera burocrática, pasando por encima de los preparativos del IV Congreso, que finalmente se realizó a fines de los 80’, más de 20 años después. Con el trotskismo fuera, la corriente castro-guevarista liderada por Miguel Enríquez se dispuso a darle un vuelco al partido, el cual pasó a la clandestinidad:
“Hoy día y especialmente mañana, para una organización que pasa a la acción o que está en guerra, un cierto número de cosas deben ser modificadas. Si los objetivos son los mismos las prioridades y los métodos son diferentes”[6].
Así frente al gobierno de Frei, al que caracterizaba correctamente como un gobierno burgués, el mirismo se propuso iniciar la lucha armada contra él, en base a la propia militancia y de manera desligada del ánimo de las masas, en las cuales había perdido influencia debido a su situación de clandestinidad. Sin embargo esto no fue más allá de asaltos de bancos y armerías, por lo que sin encontrar el asidero esperado y con el peligro de quedar totalmente fuera de la realidad política nacional, el MIR decide dar un nuevo golpe de timón terminando con las acciones directas y de propaganda armada en beneficio de la campaña electoral de la UP y Allende.
Una vez electo Allende, lo reconoce como un triunfo de las masas y como un síntoma de una polarización que terminaría en el enfrentamiento entre la burguesía y el pueblo. La elección de la UP para el gobierno significó para el MIR la puesta en práctica del proyecto del reformismo el cual no representaba la toma del poder efectiva por trabajadores y campesinos, y que no podría frenar un golpe militar reaccionario. Sin embargo tampoco fue catalogado como un enemigo por el mirismo, que distinguía sectores burgueses (PR), reformistas (PC y una ala del PS) y revolucionarios (sector izquierda del PS y MAPU) al interior de la UP, intentando conformar un polo de izquierda con estos últimos desde el cual profundizar y radicalizar el programa de gobierno. Esto fue el origen de su apoyo crítico a la UP, que se tradujo también en colaboración efectiva, sobre todo en el ámbito de la defensa anti golpista del gobierno, específicamente en la conformación del GAP y cierto trabajo de detección de planes golpistas contra el gobierno que se sostuvo mientras no hubo un distanciamiento profundo entre el PC y el MIR:
“En el transcurso de la conversación Miguel le manifestó nuestra preocupación de que la derecha le hiciera un atentado, y Allende pidió que el MIR le aportara un grupo de compañeros con preparación militar para reforzar su seguridad, lo que hicimos en los días siguientes. Cuando Allende comenzó a moverse en sus giras y actividades electorales protegido por estos compañeros armados, un periodista le preguntó quiénes eran. El candidato respondió: «Un grupo de amigos personales». Así nació el GAP. También se acordó con Allende colaborar en las actividades de inteligencia y trabajar coordinadamente con los partidos Socialista y Comunista en un plan de defensa del eventual triunfo electoral”[7].
A la par, el MIR se volcó al movimiento de masas, especialmente entre estudiantes, campesinos y pobladores constituyendo los “frentes intermedios”. Sin embargo, durante este período el MIR no llegó a transformarse en la vanguardia que dirigiera el proceso revolucionario chileno hacia un gobierno del pueblo, como ellos mismos planteaban. Pasó rápidamente de un partido clandestino y conspirativo sin mucha influencia de masas, pero notorio, a un partido de vanguardia con influencia en algunos sectores radicalizados del movimiento obrero y popular, pero sin lograr arrebatar la conducción del movimiento de masas ni al PC ni al PS debido principalmente a los límites de su propia estrategia en la cual jamás rompió con la conducción de la UP, convirtiéndose esto en la primera consecuencia de su estrategia, y por tanto la primera piedra de su derrota histórica y estratégica que nos lleva a plantear que el MIR, a causa de su propia estrategia, no podía convertirse en una real alternativa revolucionaria para el proceso chileno.
Otro aspecto lo conforma la derrota militar que significó para el mirismo el golpe de Estado y la imposición del régimen dictatorial casi sin resistencia alguna por parte del MIR ni de los lugares donde éste tenía influencia, demostrando la precariedad e insuficiencia de su capacidad militar y de organización de masas, tarea que supuestamente era fundamental para su estrategia insurreccional. Ni Allende ni la UP[8] dejaron que la clase obrera se organizara y se armara para enfrentar el Golpe reaccionario, sin embargo el MIR tampoco tuvo una política orientada a fortalecer la auto defensa ni en lo más avanzado del movimiento obrero, en los Cordones Industriales, ni en los comandos comunales que el mismo MIR impulsó, sino que se orientó a la confianza y la defensa de los sectores constitucionalistas del ejército chileno y al precario e insuficiente aparato de seguridad del partido, como consecuencia de la ausencia de una política de auto organización en su estrategia.
Por otro lado, la estrategia mirista no ponía al centro a la clase obrera como sujeto revolucionario. Esto explica que el MIR se construyera por sobre todo entre pobladores y estudiantes, que su frente obrero fuera el más débil de todos sus frentes de construcción y acción política y que su programa para la clase obrera planteara el control obrero para las empresas privadas y mixtas de la pequeña y mediana industria, y la administración obrera para las grandes empresas estatales, legitimando con ello a los interventores que colocaba la UP en estas empresas y subordinando a la clase obrera al Estado y a la conducción UP. Es decir, su carácter de clase fue claramente pequeñoburgués, orientando su construcción hacia estos sectores centralmente.
Así, al no constituirse como un partido orientado hacia la clase obrera, sino al pueblo en abstracto, el MIR no apostó al desarrollo de una auténtica política con independencia de clase de parte de los trabajadores, como embrionariamente se gestaba en los “Cordones Industriales”, fábricas tomadas y puestas a producir por sus propios trabajadores. Así el llamado “poder popular” impulsado por el MIR se configuró como un mero espacio de organización popular que diluyó a la clase obrera, el principal sujeto de la revolución, entre los intereses diversos del pueblo, subordinándola. El MIR planteó este poder como independiente del Estado (sus instituciones), pero no del gobierno (sus partidos) en circunstancias que la UP llamaba a la devolución de las fábricas y los fundos tomados e intentaba llegar a un acuerdo con la DC, integrante de la CODE[9] golpista. Así, el MIR quedó orbitando alrededor de la UP, como una presión desde su izquierda.
Un último aspecto fue su política hacia la UP, la cual consistió en tender puentes, especialmente a sus sectores más a la izquierda, sin romper jamás con el gobierno ni pretender quebrarlo, aunque impulsar una alternativa revolucionaria necesariamente hubiese requerido romper con el reformismo y arrebatarle la conducción de las masas, un paso que el MIR no se atrevió a dar. Esto se vio reforzado por su rechazo a una alianza con otros partidos de izquierda externos a la UP, pese a sus reiteradas declaraciones de frentes unidos de la izquierda, antifascistas y anti golpistas, dificultando fatalmente la posibilidad de la constitución del “polo revolucionario” que ellos mismos impulsaban. En vez de ello, optó por transformarse en un partido de presión por izquierda a la UP, ubicándose políticamente como su sector más izquierda, aunque no haya formado parte del conglomerado, zigzagueando permanentemente entre posiciones reformistas y revolucionarias. Su eclecticismo ideológico cristalizó en centrismo político. Así, ante la prueba de fuego de la lucha de clases, el 11 de Septiembre de 1973 la clase obrera se encontró sin un partido capaz de dirigir el proceso revolucionario a la victoria.
Como pudimos apreciar, el golpe de Estado de 1973 fue la gran derrota histórica del MIR, pues mostró los límites de su estrategia y el porqué el MIR no fue capaz de transformarse en una real alternativa revolucionaria en este momento álgido de la lucha de clases. No solo no logró impedirlo, sino que en las condiciones en que la organización enfrentó esta ruptura en la historia de Chile demostró no estar preparado. No logró influenciar al conjunto de las masas. A pesar de sus declaraciones, su aparato militar se mostró insuficiente ni tampoco los órganos del poder popular ofrecieron resistencia a la asonada contrarrevolucionaria. Políticamente caracterizó esta crisis como una derrota de la política reformista sin caer en la cuenta que representaba la derrota del proyecto al que, en mayor o menor medida, había contribuido a construir, transformándose también en su propia derrota, pues el golpe militar fijó su primer objetivo en la base de la estrategia mirista: el movimiento de masas. Fue una derrota estratégica, política y militar.
“La política (estrategia y táctica) que fracasó en Chile y fue derrotada, fue la del reformismo, que arrastró al movimiento de masas a una catástrofe. (…) Fracasó su proyecto de débiles reformas, sometiéndose al orden burgués y ensayando infructuosamente la conciliación de clases. (…). La impotencia reformista y la vacilación centrista de las semanas previas al golpe, después de éste se transformaron, salvo excepciones, en deserción y asilo masivo de sus direcciones. La política revolucionaria no ha sido derrotada, el socialismo y la revolución proletaria no han fracasado (…) La clase obrera y el pueblo si bien no han perdido, ni de lejos la guerra, han sufrido una importante derrota. (…) El movimiento de masas ha sido golpeado duramente, pero no aniquilado, y hoy está en proceso de recomposición.”[10]
Sin hacer mayores balances ni autocríticas, el MIR se lanzó a organizar la resistencia mientras planteó la política de “el MIR no se asila”, resultando en un completo desastre que acaba con el grueso de la dirección, incluyendo al propio Enríquez.
“Al perder la clandestinidad, inmediatamente después del golpe el grueso de los militantes y dirigentes pasan a ser ilegales (buscados por los servicios de inteligencia) (…) No concientes de esta situación, el MIR como parte de sus tácticas para el nuevo período que se iniciaba, levanta la política de no asilarse. ¿Qué sucede en la práctica? A partir del mismo golpe no hay capacidad de respuesta, la represión se inicia sobre la izquierda y sobre el MIR. (…) Señalábamos que iba a ser posible formar un amplio movimiento de resistencia, unir a toda la izquierda, por lo menos por la base. Que la derrota no era de los revolucionarios, sino del proyecto reformista. El deseo prima sobre la realidad evidente”[11].
Como fórmula para revertir el desastre, el MIR impulsó la “Operación Retorno”, que incluyó la instalación de un foco guerrillero en Neltume y Nahuelbuta, la cual fue desarticulada por la dictadura. Nuevamente, se procede al intento voluntarista de iniciar una revolución armada al margen de las masas, y en especial, por fuera de toda organización en el movimiento obrero.
“La expresión más clara de este voluntarismo, es el inicio del ingreso y la subida inmediata de los compañeros a la zona montañosa de Neltume, sin que el partido tuviera un desarrollo mínimo en la zona y sin tener una logística y redes mínimas que permitiera su abastecimiento y apoyo”[12].
De esta manera, el MIR osciló durante todo el período entre varias estrategias de lucha armada popular, de carácter más bien territorial, pero sin ninguna política hacia la clase obrera y sin organizarla, mientras era atacada por la dictadura por medio de la represión física y el deterioro de sus condiciones laborales y de vida. Así el MIR concentró su trabajo en las poblaciones, bajo la lógica territorial. Si bien el sujeto poblador forma parte de los oprimidos por la burguesía, posee también el límite estructural de no poder paralizar el modo de producción capitalista, ni poder ofrecer una superación histórica basada en la apropiación colectiva de la propiedad. La clave de la debilidad estratégica del mirismo radica en que “olvidó” una premisa fundamental del marxismo del cual planteaba ser parte: el corazón del Capitalismo es la producción y ello eleva a la clase obrera, pieza fundamental de proceso productivo, a la categoría de sujeto esencial de la revolución.
“La línea estratégica de los levantamientos locales fracasó. El MIR sufrió un revés estratégico –táctico, pero esta vez no se limitó al sector militar, sino que afectó gravemente todas las estructuras partidarias, revirtiendo el proceso de crecimiento orgánico, quebrando su iniciativa política, debilitando su vinculación orgánica con el movimiento de masas, debilitando aún más su capacidad militar. Fue este revés, el que terminó de producir el proceso de crisis que ha afectado al partido desde 1985 en adelante”[13].
Junto con la mencionada deriva estratégica, el MIR arrastraba una crisis latente y creciente. Si bien los roces entre las figuras de la dirección mirista no afectaron mayoritariamente a la militancia por causa de su estructura compartimentada y casi impermeable a las propuestas de la base, la estructura orgánica del partido se fue debilitando por los golpes represivos, las disputas no resueltas entre dirigentes y la falta de canales democráticos internos, dificultando la contención de la crisis. Cuando ésta colapse, también lo hará la organización.
La división del MIR, constituyó una vuelta a la experiencia fraccional de 1969. Si bien fue debido a diferencias estratégicas de fondo, su manejo se llevó adelante cupularmente lo que dio como resultado el fraccionamiento burocrático de la organización. Es así que el IV Congreso, denominado fraccional, en realidad constituyó la legitimación del hecho consumado: prueba de ello es que tanto el MIR “histórico” y “militar” de Pascal y Aguiló y el “político” de Gutiérrez llevaron adelante sus propios IV Congreso, dándole una apariencia de decisión democrática.
Finalmente, la permanente oscilación y fracasos de los proyectos armados de base popular (sin mayor delimitación de clase), las disputas sin resolver y la debilitada orgánica compartimentada posibilitaron un desarrollo en paralelo entre dos propuestas estratégicas: una que planteó la adaptación y participación del proceso transicional en curso y otra que mantenía la vía armada y el derrocamiento de la dictadura como única salida viable. Debilitado y atravesado por disputas internas que tuvieron su origen en la debilidad y escasa influencia del MIR en el desarrollo del proceso de transición, el partido finalmente se disgregará, dando origen a un abanico de organizaciones que se reclaman herederas del mirismo.
Así, a la luz de la experiencia histórica, es que se vuelve relevante volver a colocar sobre la mesa el debate ¿qué tipo de partido necesita la revolución obrera y socialista? Ciertamente queda claro que un proceso revolucionario es violento en sí mismo, lo que despeja la dicotomía que dividía a la UP del MIR (Vía Armada v/s Vía Pacífica). Sin embargo, el reconocer la necesidad de la violencia en un proceso revolucionario es a lo menos insuficiente cuando la clave es el sujeto revolucionario. Tal como lo demuestra la experiencia de la Revolución Rusa, sólo un partido revolucionario que concentre lo mejor de la experiencia histórica de la clase obrera y sea capaz de fortalecer y potenciar su auto organización y desarrollar su potencial revolucionario puede terminar de derribar a la burguesía. Ésa fue la clave de la derrota histórica y estratégica del MIR, de la cual hoy sacamos lecciones.
[1] MIR. Declaración de Principios, op. cit., pp. 02.
[2] Ibíd., pp. 04.
[3] En la acepción que utilizaba Lenin para referirse a la estrategia de los narodnikis y eseristas rusos, cuyo sujeto revolucionario era el pueblo en general, diluyendo y subordinando así a la clase obrera y su acción independiente en él
[4] Torres, Osvaldo, op. cit., pp. 39.
[5] Sandoval, Carlos, op. cit., pp. 11.
[6] En Sandoval, Carlos, op. cit., pp. 44.
[7] Ibíd., pp. 19.
[8] La Ley de Control de Armas se promulgó en pleno gobierno UP y permitió el allanamiento y desarme sistemático de las fábricas y fundos tomados y preparó el camino para un desenlace golpista sin mayor resistencia.
[9] Coalición de oposición a la UP que integraba a la Democracia Cristiana, el Partido de Izquierda Radical, el Partido Democrático Nacional, Democracia Radical, el Partido Nacional y a Patria y Libertad.
[10] MIR, “Táctica del MIR en el actual periodo”, Santiago, Chile. diciembre de 1973, en Miguel Enríquez, op. cit., pp. 306 – 320.
[11] Aguiló, Hernán, op. cit., pp. 04.
[12] Aguiló, Hernán, op. cit., pp. 05.
[13] MIR, “IV Congreso Nacional del MIR. Balance histórico del MIR y su lucha revolucionaria”, Santiago de Chile, 1988, pp. 74.