¿Qué Partido para qué Revolución? El MIR y la lucha de clases en Chile.

MIR_Marxismo_Chile_Izquierda

Álvaro Pérez Jorquera,

Vocero de Asamblea de Estudiantes del Departamento de Estudios Pedagógicos G21

Licenciado en Historia,

Estudiante de Licenciatura en Educación y Pedagogía,

Universidad de Chile.

Sin duda, el ascenso revolucionario chileno a fines de la década de los 60’ y principios de los 70’ se cuenta entre los procesos más avanzados de la clase obrera mundial, que llegó a cuestionar los pilares mismos del capitalismo, cuando los trabajadores se tomaron las industrias y las pusieron a producir sin los patrones, como fue el caso de los Cordones Industriales, en el marco de una aguda lucha de clases. Y el proceso inmediatamente posterior, con la instalación de la dictadura militar, entre las más brutales contrarrevoluciones.

Así, al calor de la lucha de clases es que se puso a prueba al conjunto de la izquierda chilena, sus partidos, y con ello, sus estrategias como parte del proceso revolucionario chileno. Nos centraremos acá en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) intentando responder a la pregunta ¿Qué tipo de partido construyó para qué tipo de revolución?

Para ello, nos remitiremos primeramente al primer acápite de su Declaración de Principios,  redactada en 1965 por Luis Vitale, reconocido dirigente trotskista y miembro fundador del MIR, donde se plantea que “El MIR se organiza para ser la vanguardia marxista leninista”[1] y que “El MIR se define como una organización marxista – leninista, que se rige por los principios del centralismo democrático”[2], proyectando con ello su enraizamiento con la tradición bolchevique. Sin embargo, más allá de reafirmar su opción por el análisis marxista y su concepción de formar un partido revolucionario, no da luces sobre su concepción de partido a formar, en circunstancias que tanto los PC, los partidos maoístas y trotskistas; y las organizaciones guerrilleras se reclamaban también herederas de la misma tradición, al menos en el papel, lo que no contribuye a una mayor diferenciación. En esencia, podemos asegurar que es un marxismo antiestalinista que entroncó con posiciones directamente populistas[3] lo que lo configuró como un partido ideológicamente ecléctico.

El problema del partido fue motivo de insistente debate, al menos hasta su fraccionamiento en 1969, como lo enuncia Osvaldo Torres:

“Según se aprecia en los debates sobre la teoría del partido político en general, como en el marxismo en particular, no hubo una sola posición (…) Este debate también estará presente, de diferentes formas, entre las dos organizaciones estudiadas (MIR y PRT – ERP)”[4].

Este debate reflejó el enfrentamiento subterráneo entre las estrategias del trotskismo y la corriente castro-guevarista que convivían al interior del MIR, cuyo punto de convergencia fue esencialmente el de levantar una alternativa a la “unidad de la izquierda reformista” que representaba el proyecto de la UP. Es lógico pensar que la concepción de Lenin de un partido que fusione a la vanguardia obrera con el marxismo revolucionario formado por militantes profesionales de la revolución (con un profundo trabajo en el seno del movimiento obrero) difiere de la que planteaba el Che Guevara, para el cual éste estaba formado por guerrilleros cuya tarea principal es la lucha armada contra el gobierno de turno, fusionando así al partido como organización política revolucionaria con las tareas militares propias de un ejército insurreccional (en este caso de guerrilleros de extracción principalmente campesina), fusionando características de un partido revolucionario y un ejército insurreccional en un mismo aparato. Esto se transforma en un problema importante pues el tipo de partido se encuentra relacionado directamente con la estrategia revolucionaria a seguir y por ende repercute en el posicionamiento del partido frente a las coyunturas políticas concretas. Así, para el caso de las corrientes que dieron lugar al nacimiento del MIR, la clave de la confluencia fue la perspectiva de abrir un proceso revolucionario en Chile, caracterizado por el enfrentamiento violento y armado con el Estado burgués, perspectiva para la que el partido buscó prepararse, aunque sin éxito.

“Esta lucha armada la concibieron como una guerra revolucionaria larga e irregular que significaba’… la apertura de algunos primeros focos armados que poco a poco crearan las condiciones revolucionarias llamadas objetivas, es decir, que ellas permitirán progresivamente ganar a la población para integrarla a la lucha armada. Así se constituirá el ejército revolucionario, en pleno régimen burgués, y así podremos nosotros conquistar el poder político’”[5].

Así podemos afirmar que a pesar de las diferencias, entre 1965 y 1969, años en los que la influencia del trotskismo era fuerte, el MIR, que se mantenía aún con tareas de propaganda, apostó a constituirse como un partido de vanguardia que buscaba influenciar en lo más avanzado del movimiento de masas, esto es, entre estudiantes, pobladores, campesinos, mapuche y los trabajadores, lo que significó también un primer paso para la disolución de la clase obrera en el pueblo, si bien la construcción entre la clase obrera mantuvo cierta primacía debido a la política trotskista, posición que desapareció cuando el partido se fraccionó y otorgó el espacio político para profundizar la estrategia del Poder Popular y la disolución de la centralidad obrera. A la par intentó organizar un incipiente aparato militar clandestino, con el objetivo de iniciar una revolución armada contra la burguesía, en línea con las corrientes guerrilleras que actuaban en América Latina y que se influenciaron de la experiencia cubana. Sin embargo, salvo unos pocos asaltos a bancos y armerías, este trabajo no logró superar el estado embrionario, aunque fuera parte importante de su estrategia revolucionaria y su discurso público.

De fondo se encontraba el debate en torno a cual sería el modelo insurreccional del partido, si obedecería al modelo soviético donde las masas oprimidas encabezadas por la clase obrera se levantan contra el régimen capitalista, o si obedecería a la acción armada del partido encabezando el descontento popular, sostenidas por las corrientes trotskista y castro-guevarista respectivamente. De esta manera en la práctica convivieron ambas estrategias, hasta su fraccionamiento en 1969, el cual se llevó a cabo de manera burocrática, pasando por encima de los preparativos del IV Congreso, que finalmente se realizó a fines de los 80’, más de 20 años después. Con el trotskismo fuera, la corriente castro-guevarista liderada por Miguel Enríquez se dispuso a darle un vuelco al partido, el cual pasó a la clandestinidad:

“Hoy día y especialmente mañana, para una organización que pasa a la acción o que está en guerra, un cierto número de cosas deben ser modificadas. Si los objetivos son los mismos las prioridades y los métodos son diferentes”[6].

Así frente al gobierno de Frei, al que caracterizaba correctamente como un gobierno burgués, el mirismo se propuso iniciar la lucha armada contra él, en base a la propia militancia y de manera desligada del ánimo de las masas, en las cuales había perdido influencia debido a su situación de clandestinidad. Sin embargo esto no fue más allá de asaltos de bancos y armerías, por lo que sin encontrar el asidero esperado y con el peligro de quedar totalmente fuera de la realidad política nacional, el MIR decide dar un nuevo golpe de timón terminando con las acciones directas y de propaganda armada en beneficio de la campaña electoral de la UP y Allende.

Una vez electo Allende, lo reconoce como un triunfo de las masas y como un síntoma de una polarización que terminaría en el enfrentamiento entre la burguesía y el pueblo. La elección de la UP para el gobierno significó para el MIR la puesta en práctica del proyecto del reformismo el cual no representaba la toma del poder efectiva por trabajadores y campesinos, y que no podría frenar un golpe militar reaccionario. Sin embargo tampoco fue catalogado como un enemigo por el mirismo, que distinguía sectores burgueses (PR), reformistas (PC y una ala del PS) y revolucionarios (sector izquierda del PS y MAPU) al interior de la UP, intentando conformar un polo de izquierda con estos últimos desde el cual profundizar y radicalizar el programa de gobierno. Esto fue el origen de su apoyo crítico a la UP, que se tradujo también en colaboración efectiva, sobre todo en el ámbito de la defensa anti golpista del gobierno, específicamente en la conformación del GAP y cierto trabajo de detección de planes golpistas contra el gobierno que se sostuvo mientras no hubo un distanciamiento profundo entre el PC y el MIR:

“En el transcurso de la conversación Miguel le manifestó nuestra preocupación de que la derecha le hiciera un atentado, y Allende pidió que el MIR le aportara un grupo de compañeros con preparación militar para reforzar su seguridad, lo que hicimos en los días siguientes. Cuando Allende comenzó a moverse en sus giras y actividades electorales protegido por estos compañeros armados, un periodista le preguntó quiénes eran. El candidato respondió: «Un grupo de amigos personales». Así nació el GAP. También se acordó con Allende colaborar en las actividades de inteligencia y trabajar coordinadamente con los partidos Socialista y Comunista en un plan de defensa del eventual triunfo electoral”[7].

A la par, el MIR se volcó al movimiento de masas, especialmente entre estudiantes, campesinos y pobladores constituyendo los “frentes intermedios”. Sin embargo, durante este período el MIR no llegó a transformarse en la vanguardia que dirigiera el proceso revolucionario chileno hacia un gobierno del pueblo, como ellos mismos planteaban. Pasó rápidamente de un partido clandestino y conspirativo sin mucha influencia de masas, pero notorio, a un partido de vanguardia con influencia en algunos sectores radicalizados del movimiento obrero y popular, pero sin lograr arrebatar la conducción del movimiento de masas ni al PC ni al PS debido principalmente a los límites de su propia estrategia en la cual jamás rompió con la conducción de la UP, convirtiéndose esto en la primera consecuencia de su estrategia, y por tanto la primera piedra de su derrota histórica y estratégica que nos lleva a plantear que el MIR, a causa de su propia estrategia, no podía convertirse en una real alternativa revolucionaria para el proceso chileno.

Otro aspecto lo conforma la derrota militar que significó para el mirismo el golpe de Estado y la imposición del régimen dictatorial casi sin resistencia alguna por parte del MIR ni de los lugares donde éste tenía influencia, demostrando la precariedad e insuficiencia de su capacidad militar y de organización de masas, tarea que supuestamente era fundamental para su estrategia insurreccional. Ni Allende ni la UP[8] dejaron que la clase obrera se organizara y se armara para enfrentar el Golpe reaccionario, sin embargo el MIR tampoco tuvo una política orientada a fortalecer la auto defensa ni en lo más avanzado del movimiento obrero, en los Cordones Industriales, ni en los comandos comunales que el mismo MIR impulsó, sino que se orientó a la confianza y la defensa de los sectores constitucionalistas del ejército chileno y al precario e insuficiente aparato de seguridad del partido, como consecuencia de la ausencia de una política de auto organización en su estrategia.

Por otro lado, la estrategia mirista no ponía al centro a la clase obrera como sujeto revolucionario. Esto explica que el MIR se construyera por sobre todo entre pobladores y estudiantes, que su frente obrero fuera el más débil de todos sus frentes de construcción y acción política y que su programa para la clase obrera planteara el control obrero para las empresas privadas y mixtas de la pequeña y mediana industria, y la administración obrera para las grandes empresas estatales, legitimando con ello a los interventores que colocaba la UP en estas empresas y subordinando a la clase obrera al Estado y a la conducción UP. Es decir, su carácter de clase fue claramente pequeñoburgués, orientando su construcción hacia estos sectores centralmente.

Así, al no constituirse como un partido orientado hacia la clase obrera, sino al pueblo en abstracto, el MIR no apostó al desarrollo de una auténtica política con independencia de clase de parte de los trabajadores, como embrionariamente se gestaba en los “Cordones Industriales”, fábricas tomadas y puestas a producir por sus propios trabajadores. Así el llamado “poder popular” impulsado por el MIR se configuró como un mero espacio de organización popular que diluyó a la clase obrera, el principal sujeto de la revolución, entre los intereses diversos del pueblo, subordinándola. El MIR planteó este poder como independiente del Estado (sus instituciones), pero no del gobierno (sus partidos) en circunstancias que la UP llamaba a la devolución de las fábricas y los fundos tomados e intentaba llegar a un acuerdo con la DC, integrante de la CODE[9] golpista. Así, el MIR quedó orbitando alrededor de la UP, como una presión desde su izquierda.

Un último aspecto fue su política hacia la UP, la cual consistió en tender puentes, especialmente a sus sectores más a la izquierda, sin romper jamás con el gobierno ni pretender quebrarlo, aunque impulsar una alternativa revolucionaria necesariamente hubiese requerido romper con el reformismo y arrebatarle la conducción de las masas, un paso que el MIR no se atrevió a dar. Esto se vio reforzado por su rechazo a una alianza con otros partidos de izquierda externos a la UP, pese a sus reiteradas declaraciones de frentes unidos de la izquierda, antifascistas y anti golpistas, dificultando fatalmente la posibilidad de la constitución del “polo revolucionario” que ellos mismos impulsaban. En vez de ello, optó por transformarse en un partido de presión por izquierda a la UP, ubicándose políticamente como su sector más izquierda, aunque no haya formado parte del conglomerado, zigzagueando permanentemente entre posiciones reformistas y revolucionarias. Su eclecticismo ideológico cristalizó en centrismo político. Así, ante la prueba de fuego de la lucha de clases, el 11 de Septiembre de 1973 la clase obrera se encontró sin un partido capaz de dirigir el proceso revolucionario a la victoria.

Como pudimos apreciar, el golpe de Estado de 1973 fue la gran derrota histórica del MIR, pues mostró los límites de su estrategia y el porqué el MIR no fue capaz de transformarse en una real alternativa revolucionaria en este momento álgido de la lucha de clases. No solo no logró impedirlo, sino que en las condiciones en que la organización enfrentó esta ruptura en la historia de Chile demostró no estar preparado. No logró influenciar al conjunto de las masas. A pesar de sus declaraciones, su aparato militar se mostró insuficiente ni tampoco los órganos del poder popular ofrecieron resistencia a la asonada contrarrevolucionaria. Políticamente caracterizó esta crisis como una derrota de la política reformista sin caer en la cuenta que representaba la derrota del proyecto al que, en mayor o menor medida, había contribuido a construir, transformándose también en su propia derrota, pues el golpe militar fijó su primer objetivo en la base de la estrategia mirista: el movimiento de masas. Fue una derrota estratégica, política y militar.

“La política (estrategia y táctica) que fracasó en Chile y fue derrotada, fue la del reformismo, que arrastró al movimiento de masas a una catástrofe. (…) Fracasó su proyecto de débiles reformas, sometiéndose al orden burgués y ensayando infructuosamente la conciliación de clases. (…). La impotencia reformista y la vacilación centrista de las semanas previas al golpe, después de éste se transformaron, salvo excepciones, en deserción y asilo masivo de sus direcciones. La política revolucionaria no ha sido derrotada, el socialismo y la revolución proletaria no han fracasado (…) La clase obrera y el pueblo si bien no han perdido, ni de lejos la guerra, han sufrido una importante derrota. (…) El movimiento de masas ha sido golpeado duramente, pero no aniquilado, y hoy está en proceso de recomposición.”[10]

Sin hacer mayores balances ni autocríticas, el MIR se lanzó a organizar la resistencia mientras planteó la política de “el MIR no se asila”, resultando en un completo desastre que acaba con el grueso de la dirección, incluyendo al propio Enríquez.

“Al perder la clandestinidad, inmediatamente después del golpe el grueso de los militantes y dirigentes pasan a ser ilegales (buscados por los servicios de inteligencia) (…) No concientes de esta situación, el MIR como parte de sus tácticas para el nuevo período que se iniciaba, levanta la política de no asilarse. ¿Qué sucede en la práctica? A partir del mismo golpe no hay capacidad de respuesta, la represión se inicia sobre la izquierda y sobre el MIR. (…) Señalábamos que iba a ser posible formar un amplio movimiento de resistencia, unir a toda la izquierda, por lo menos por la base. Que la derrota no era de los revolucionarios, sino del proyecto reformista. El deseo prima sobre la realidad evidente”[11].

Como fórmula para revertir el desastre, el MIR impulsó la “Operación Retorno”, que incluyó la instalación de un foco guerrillero en Neltume y Nahuelbuta, la cual fue desarticulada por la dictadura. Nuevamente, se procede al intento voluntarista de iniciar una revolución armada al margen de las masas, y en especial, por fuera de toda organización en el movimiento obrero.

“La expresión más clara de este voluntarismo, es el inicio del ingreso y la subida inmediata de los compañeros a la zona montañosa de Neltume, sin que el partido tuviera un desarrollo mínimo en la zona y sin tener una logística y redes mínimas que permitiera su abastecimiento y apoyo”[12].

De esta manera, el MIR osciló durante todo el período entre varias estrategias de lucha armada popular, de carácter más bien territorial, pero sin ninguna política hacia la clase obrera y sin organizarla, mientras era atacada por la dictadura por medio de la represión física y el deterioro de sus condiciones laborales y de vida. Así el MIR concentró su trabajo en las poblaciones, bajo la lógica territorial. Si bien el sujeto poblador forma parte de los oprimidos por la burguesía, posee también el límite estructural de no poder paralizar el modo de producción capitalista, ni poder ofrecer una superación histórica basada en la apropiación colectiva de la propiedad. La clave de la debilidad estratégica del mirismo radica en que “olvidó” una premisa fundamental del marxismo del cual planteaba ser parte: el corazón del Capitalismo es la producción y ello eleva a la clase obrera, pieza fundamental de proceso productivo, a la categoría de sujeto esencial de la revolución.

“La línea estratégica de los levantamientos locales fracasó. El MIR sufrió un revés estratégico –táctico, pero esta vez no se limitó al sector militar, sino que afectó gravemente todas las estructuras partidarias, revirtiendo el proceso de crecimiento orgánico, quebrando su iniciativa política, debilitando su vinculación orgánica con el movimiento de masas, debilitando aún más su capacidad militar. Fue este revés, el que terminó de producir el proceso de crisis que ha afectado al partido desde 1985 en adelante”[13].

Junto con la mencionada deriva estratégica, el MIR arrastraba una crisis latente y creciente. Si bien los roces entre las figuras de la dirección mirista  no afectaron mayoritariamente a la militancia por causa de su estructura compartimentada y casi impermeable a las propuestas de la base, la estructura orgánica del partido se fue debilitando por los golpes represivos, las disputas no resueltas entre dirigentes y la falta de canales democráticos internos, dificultando la contención de la crisis. Cuando ésta colapse, también lo hará la organización.

La división del MIR, constituyó una vuelta a la experiencia fraccional de 1969. Si bien fue debido a diferencias estratégicas de fondo, su manejo se llevó adelante cupularmente lo que dio como resultado el fraccionamiento burocrático de la organización. Es así que el IV Congreso, denominado fraccional, en realidad constituyó la legitimación del hecho consumado: prueba de ello es que tanto el MIR “histórico” y “militar” de Pascal y Aguiló y el “político” de Gutiérrez llevaron adelante sus propios IV Congreso, dándole una apariencia de decisión democrática.

Finalmente, la permanente oscilación y fracasos de los proyectos armados de base popular (sin mayor delimitación de clase), las disputas sin resolver y la debilitada orgánica compartimentada posibilitaron un desarrollo en paralelo entre dos propuestas estratégicas: una que planteó la adaptación y participación del proceso transicional en curso y otra que mantenía la vía armada y el derrocamiento de la dictadura como única salida viable. Debilitado y atravesado por disputas internas que tuvieron su origen en la debilidad y escasa influencia del MIR en el desarrollo del proceso de transición, el partido finalmente se disgregará, dando origen a un abanico de organizaciones que se reclaman herederas del mirismo.

Así, a la luz de la experiencia histórica, es que se vuelve relevante volver a colocar sobre la mesa el debate ¿qué tipo de partido necesita la revolución obrera y socialista? Ciertamente queda claro que un proceso revolucionario es violento en sí mismo, lo que despeja la dicotomía que dividía a la UP del MIR (Vía Armada v/s Vía Pacífica). Sin embargo, el reconocer la necesidad de la violencia en un proceso revolucionario es a lo menos insuficiente cuando la clave es el sujeto revolucionario. Tal como lo demuestra la experiencia de la Revolución Rusa, sólo un partido revolucionario que concentre lo mejor de la experiencia histórica de la clase obrera y sea capaz de fortalecer y potenciar su auto organización y desarrollar su potencial revolucionario puede terminar de derribar a la burguesía. Ésa fue la clave de la derrota histórica y estratégica del MIR, de la cual hoy sacamos lecciones.

[1] MIR. Declaración de Principiosop. cit., pp. 02.

[2] Ibíd., pp. 04.

[3] En la acepción que utilizaba Lenin para referirse a la estrategia de los narodnikis y eseristas rusos, cuyo sujeto revolucionario era el pueblo en general, diluyendo y subordinando así a la clase obrera y su acción independiente en él

[4] Torres, Osvaldo, op. cit., pp. 39.

[5] Sandoval, Carlos, op. cit., pp. 11.

[6] En Sandoval, Carlos, op. cit., pp. 44.

[7] Ibíd., pp. 19.

[8] La Ley de Control de Armas se promulgó en pleno gobierno UP y permitió el allanamiento y desarme sistemático de las fábricas y fundos tomados y preparó el camino para un desenlace golpista sin mayor resistencia.

[9] Coalición de oposición a la UP que integraba a la Democracia Cristiana, el Partido de Izquierda Radical, el Partido Democrático Nacional, Democracia Radical, el Partido Nacional y a Patria y Libertad.

[10] MIR, “Táctica del MIR en el actual periodo”, Santiago, Chile. diciembre de 1973, en Miguel Enríquezop. cit., pp. 306 – 320.

[11] Aguiló, Hernán, op. cit., pp. 04.

[12] Aguiló, Hernán, op. cit., pp. 05.

[13] MIR, “IV Congreso Nacional del MIR. Balance histórico del MIR y su lucha revolucionaria”, Santiago de Chile, 1988, pp. 74.

Comentario político educativo N°3

Beatriz Bravo, militante de la Agrupación Combativa y Revolucionaria

aficheconfechEl gobierno modera aún más sus moderadas reformas. La reforma tributaria es expresión concreta de ello, se sentó con la derecha, desde la UDI a RN, para poder llegar a acuerdos. El resultado: Jorge Awad, presidente de la asociación de bancos, reclamó la paternidad de esta. Surgen cuestionamientos ¿Se reedita la política de los consensos?

En un escenario donde el gobierno se encuentra presionado por la derecha haciendo política en las calles, convocando a marchas tratando de organizar a “la clase media”. Pero ¿Y el movimiento estudiantil? Las direcciones del CONFECh dan un enorme paso en la subordinación al gobierno, en su tregua a Eyzaguirre y a Bachelet. Acepta subirse al “diálogo ciudadano”… Pero ¿Y las garantías que ellos mismos definieron? Ninguna es entregada, le perdonan la vida a Eyzaguirre en su momento de mayor debilidad, cuando es cuestionado por integrantes de la misma NM, cuando debe “matizar” sus declaraciones sobre la gratuidad. El gobierno busca un triunfo político en la reforma educativa… Vuelve la pregunta ¿qué debe hacer el movimiento estudiantil?

El acuerdo en la reforma tributaria… y en la reforma educativa ¿Qué busca el gobierno?

En la reforma tributaria negociaron con la derecha, esta reforma supuestamente financiaría la gratuidad en la educación, finalmente, quedó a la medida de los empresarios, los dejó contentos, y Jorge Awad lo expresó de manera clara. El Partido Comunista se limitó a declarar que el problema era una cuestión de forma. Un acuerdo zanjado entre cuatro paredes, con Zaldívar (DC, senador) a la cabeza, que logró negociar con el sector más duro de la derecha, entre ellos, con el presidente de la SOFOFA HermanVon Mühlenbrock. Sectores de la Nueva Mayoría plantearon que lo más difícil sería volver a tener la confianza del PC, dejándole el paso para que pudiera criticar de contenido la reforma… El Partido Comunista, se limitó a la forma. El anuncio de Eyzaguirre sobre el financiamiento de la educación gratuita para los primeros 4 años de estudio, generó crispaciones en la NM, nuevamente comenzaron las declaraciones del conglomerado, los desacuerdos con la entrevista que éste le concedió a Carlos Peña (rector de la UDP) para El Mercurio “cumpliremos el objetivo de la gratuidad universal, pero de manera eficiente. Cuatro años de estudio –lo que duraría un college– me parece un objetivo sensato de financiar para un país de 20.000 dólares per cápita”. No es un problema de malentendidos, es político, y tiene que ver con el proyecto Tunning, con las reformas a las mallas curriculares, de hacer cada vez más generales y cortos los pregrados y potenciar los postgrados, con la lógica del autofinanciamiento de las universidades. No es un problema de forma, de separar la duración de una carrera con su financiamiento, es un problema del contenido de la reforma. Pero no se reedita la política de los consensos noventista, esta reforma, es el intento de dar respuesta a las demandas que enarbolamos los estudiantes en base a la movilización y lucha del 2011 y los años posteriores, con una derecha que sale a marchar, intentando organizar a sectores de la “clase media”.

¿Qué busca el gobierno? Busca un triunfo político. Busca no tener que llegar al punto que llegó con la reforma tributaria, busca dejar contenta a la DC y al movimiento estudiantil, tenerlo de su lado para poder llevar adelante una reforma que no hace más que blindar el mercado educativo. Una reforma que es una trampa y a la que hay que enfrentar. Mientras la derecha, desde el sector más oficialista, se niega al diálogo apuntando que lo suyo estará en las calles; oposición en las calles y presión.

Eyzaguirre es golpeado por distintos lados, Lily Pérez (Amplitud), junto a José Joaquín Brunner (pro Concertación), ex ministro de educación de la Concertación e ideólogo de la educación de mercado, se apuran a hablar sobre una posible salida de Eyzaguirre del ministerio, mientras la Nueva Mayoría intenta, luego de un fin de semana con distintas declaraciones emitidas por parte de sus personeros, unificarse dándole el respaldo a Eyzaguirre, Bachelet, sale de las sombras para aclarar los dichos de éste, presionada por Fulvio Rossi (PS).

La derecha se moviliza, el gobierno negocia, el CONFECh se subordina

Ante los dichos de Eyzaguirre, rápidamente los integrantes de la mesa ejecutiva del CONFECh se apuraron en emitir declaraciones exigiendo una reunión “urgente” con Eyzaguirre, éste, apuntalado por distintos flancos, se apuró a concretar una cita. Luego de algunas horas, nos enteramos de la que CONFECh será parte del proyecto de “participación ciudadana”, junto al Colegio de Profesores, la Corpade, rectores del CUECh, el CRUCh y la CONES entre otros.

Esta decisión fue tomada dos semanas después de haber emanado 4 garantías desde el organismo como base para aceptar ser parte de la instancia… Pero ¿Qué pasó con las garantías? Estas, como expusimos en el CPE anterior, son las siguientes a) que este sea resolutivo, b) el congelamiento de los proyectos de ley en materia educativa, c) que las organizaciones que sean parte puedan aportar con documentos que sirvan de insumos para la discusión y d) la derogación del DFL2. De estos, más allá de promesas, dimes y diretes y algunas concesiones que tuvo que hacer Eyzaguirre presionado no han sido otorgadas. Con respecto a la derogación del DFL2, presentó un proyecto de ley que sería entregado esta semana, pero por “las últimas declaraciones”, se habría aplazado su entrega, con respecto a si será vinculante o no, recalcó que sí, posterior a haber dicho que esto era imposible. La CONFECh se sienta con el mismo gobierno que hace acuerdos con la derecha, oxigena al ministro de educación y con ello, al conjunto de la Nueva Mayoría, dándole un respiro en la que es el “caballito de batalla” del gobierno… Profundiza su tregua.

Y es que es en seco. Posterior a haber presentado un calendario que no contempla ni plan de lucha ni movilizaciones, ni siquiera las demandas que peleará el movimiento estudiantil ¡Con la contemplación de una marcha recién en un mes más! permiten que el gobierno pueda reacomodarse en momentos en donde el movimiento estudiantil puede asestar un importante golpe y ser en efecto, un opositor por izquierda a la reforma educativa. En vacaciones de invierno, sin asambleas de base ni discusiones, ni siquiera con una sesión del organismo, la mesa ejecutiva, integrada principalmente por el FEL, UNE, NAU y la IA, quienes decían mirar al PC con lejanía, hoy toman una decisión crucial para el curso del movimiento estudiantil a espaldas de la base, mientras pretenden aprobar un “reglamento de sala”, que regule la entrada de estudiantes y que sólo legitime la posición de los dirigentes, en el que puedan sacar a compañeros que generen “conflictos” para poder sesionar “tranquilos”, es decir, acallar la voz de los estudiantes más críticos convirtiendo el CONFECh en una especie de “senado estudiantil”.

La ACES reclamó no subirse por la “falta de definición” del MINEDUC a partir de los dichos sobre la duración de la gratuidad, de las garantías que ellos mismos habían definido, nada. Pero aun así, deja en claro que no es por “fuerza mayor” que hoy la CONFECh decide reunirse con el MINEDUC, es por su política de tregua y subordinación al gobierno.

¿Una ganada concreta para el movimiento estudiantil?

Dicha decisión, que no ha sido consultada a ningún estudiante de base, tuvo repercusiones en las principales organizaciones que son parte de la mesa ejecutiva. Las declaraciones de las direcciones han intentado dejar como “un triunfo” el acuerdo entre el CONFECh y el MINEDUC, Farfán, dirigente de la UNE, se apresuró a escribir que esto servía para que el movimiento estudiantil “ganara musculatura”, mientras desde el FEL, lo adelantan como una “ganada concreta para el movimiento estudiantil”, por su parte Nashla Aburman declara que el gobierno comienza con un “autogol” y que “la agenda de la CONFECh también contempla otras instancias”. Pareciera que lo entienden todo al revés, que ven el mundo de cabeza, pero en realidad, es para poder excusar una decisión burocrática que necesita ganar legitimidad ante las bases. Pero el caso, es el contrario. Ahora cabe preguntarnos ¿dónde están las corrientes que se adjudican ser la “ultra” del CONFECh? El vocero de la CONES, Tomas Leighton declaró que “sería irresponsable que la Confech no se subiera porque rompería el principio dialogante de nuestro movimiento estudiantil” ¿pero diálogo con quiénes? Para él, con el gobierno a espaldas de las bases.

¡No más decisiones a nuestras espaldas! Rechacemos el acuerdo con asambleas de base y resolutivas ¡Por un Congreso Educativo de Lucha con delegados mandatados y revocables, juntos secundarios, universitarios y trabajadores de la educación docentes y no docentes!

No podemos permitir que las direcciones del CONFECh decidan a nuestras espaldas, es necesario rechazar desde las bases este acuerdo, pues no es ninguna posición del movimiento estudiantil, no se ha decidido en ningún lugar que supere las cuatro paredes de la mesa ejecutiva. Distintas organizaciones políticas en el CONFECh, parte del bloque “ultra”, se pronuncian en contra de la decisión que tomó a mesa ejecutiva a espaldas de los estudiantes: hacemos un llamado a pasar de las palabras a la acción. A organizar acciones en respuesta y asambleas de base en cada facultad votando el rechazo a este acuerdo, y apuntando hacia un Congreso Educativo de Lucha, con cientos de delegados mandatados y revocables, que aúne a estudiantes secundarios y universitarios, junto a los trabajadores de la educación, docentes y no docentes, que sea capaz de imponer en base a la fuerza de movilización concretada en un plan de lucha sus ritmos y sus términos. Nuestra única garantía es la movilización y la unidad, pero desde las bases y no desde los dirigentes que hoy profundizan su subordinación utilizando los mismos métodos que las JJCC el 2011, sólo que ahora, en vez de estar en medio de movilizaciones, estamos en medio de las vacaciones de invierno.

¡Queremos el 100% del financiamiento basal para la gratuidad en todos sus niveles sin restricciones y sin subsidio a los privados! No sólo queremos la derogación del DFL2, y que en las intenciones de Eyzaguirre son gobiernos corporativos, nosotros vamos por conquistar el cogobierno triestamental, en donde estudiantes y trabajadores de la educación docentes y no docentes, podamos poner la educación al servicio de los trabajadores. Porque queremos que cada universidad que quiebre o lucre pase a ser propiedad del estado y administrada por cogobiernos triestamentales. Esto, no lo lograremos en “mesas de diálogo”, le pongan el nombre que le pongan las direcciones, y den las excusas que quieran, pues va en contra de los intereses de los empresarios, y va en contra de la reforma educativa del gobierno de Bachelet, sólo lo lograremos confiando en nuestras fuerzas y la de los trabajadores. Además, cuando se avecina la reforma laboral, con las direcciones de la CUT actuando como voceros del gobierno en nombre de la Nueva Mayoría, es necesario buscar la unidad estratégica real que nos permitirá vencer, unificándonos trabajadores y estudiantes para lograr torcerle la mano al gobierno y conquistar nuestras demandas.

Por una alternativa de lucha y de combate para hacerle frente a la derecha, las moderadas reformas de la Nueva Mayoría y a las direcciones que toman decisiones a nuestras espaldas burocráticamente

Los militantes de la Agrupación Combativa y Revolucionaria, estamos decididos a ganar nuestras demandas de la mano de los trabajadores. Por ello, no depositamos ninguna confianza en las palabras de Eyzaguirre, Bachelet y el resto de la Nueva Mayoría.

Para emprender estas batallas, para hacerle frente a la derecha que anuncia seguir organizándose, para no dejarse seducir por los cantos de sirena de la Nueva Mayoría y depositar la confianza del movimiento estudiantil en mesas de diálogo que sólo oxigenan al gobierno, para desplazar a las direcciones que hoy actúan burocráticamente tomando decisiones a espaldas de las bases, es necesario que el movimiento estudiantil se dote de una herramienta política que esté decidida a vencer, sin ambigüedades ni hechos mediáticos que mantengan el supuesto “espíritu de diálogo del movimiento estudiantil”, pues no nos interesa negociar sin la fuerza del movimiento estudiantil. Porque no hay negociación sin movilización y plan de lucha. ¡Únete a la ACR!

25 de Julio

Comentario Político Educativo N° 2

Beatriz Bravo, militante de la Agrupación Combativa y Revolucionaria

Posterior a la muerte de Marco Cuadra, dirigente del Transantiago que se inmolo producto de las prácticas antisindicales y las malas condiciones laborales de estas empresas, sindicatos de base del Transantiago hacían un llamado para el jueves a paro nacional. Con una marcha que si bien no logró la convocatoria al conjunto de los trabajadores, tuvo la presencia de trabajadores de MK (ex SUMAR) en huelga, y distintas facultades y universidades que votaron el paro. El mismo fin de semana, la CONFEPA (confederación de padres y apoderados de colegios particulares subvencionados) realizó marchas en 7 comunas distintas, con la presencia de parlamentarios de derecha de la UDI, RN y Evópoli, bajo el lema “por la libertad de enseñanza y el derecho de los padres a elegir la educación que quieren para sus hijos”, más tarde, la presidenta de éstos exigía mayor diálogo con los apoderados de particulares subvencionados para la reforma educativa.

La derecha sale a organizar activamente en las calles, para lograr moderar más aún las ya moderadas reformas de la Nueva Mayoría, que en materia tributaria, ya cedió para acordar con éstos y sacarla adelante. Anuncia la reforma laboral para el segundo semestre, y se encuentra con la reforma educativa, su caballito de batalla, en la encrucijada. Mientras tanto, las direcciones del movimiento estudiantil profundizan una tregua que sólo le abre el paso a los sectores más moderados, subiéndose al diálogo ciudadano y concertando reuniones con el MINEDUC en vacaciones de invierno y sin movilizaciones ni plan de lucha, a la vez que se mantienen 3 tomas en Stgo. Centro.

Se comienzan a configurar fuerzas… que pueden deparar choques

No es casual, la CONFEPA sale a las calles, organizando a un sector de los apoderados ante la incertidumbre de la reforma educativa, aun así, no aúnan – como pretenden- al conjunto de la clase media, pues esta se divide ante anuncios de aumento de aranceles en colegios particulares subvencionados. La derecha hace política en las calles, intenta configurar un polo que pueda lograr moderar más las moderadas reformas de la Nueva Mayoría, encrispados, los parlamentarios de derecha afilan sus garras y dientes, y se preparan para cumplir sus objetivos. Mientras tanto, la Nueva Mayoría unifica su discurso, planteando que tienen acuerdo con los objetivos de la reforma y no con la forma, anuncian que están abiertos al diálogo con la derecha, al mismo tiempo que despliegan una ofensiva para poder conciliar a su vez, con los dirigentes estudiantiles. Pero no puede dejar contentos a todos, son intereses en pugna.

Tras dos marchas de 100.000 personas en el semestre, convocadas por la CONES, ACES y CONFECh, a la que se suma la del Colegio de Profesores hace algunas semanas, y la de los trabajadores del Transantiago, junto con organizaciones de izquierda y algunos organismos. La del Colegio de Profesores que el Partido Comunista se vio obligado a convocar, y la de los trabajadores del Transantiago, convocada por sindicatos de base, aunque no logró convocar al conjunto de los trabajadores, y muchos de los que apoyaban el paro fueron amenazados durante la jornada por los empresarios, mostró que estudiantes y profesores pueden gestar una unidad que supere estas fuerzas, que pelee codo a codo por sus demandas, y que este, es el camino a seguir para vencer. Pero se topan nuevamente con las direcciones burocráticas, por un lado, la CUT que firma el acuerdo del salario mínimo de $225.000, y que ha sido, desde la presidencia de Bárbara Figueroa, vocera del gobierno de Michel Bachelet, éstos, se mantuvieron en silencio ante la muerte de Marco Cuadra, y el CONFECh, a pesar de adherir a ambas jornadas de movilización (CdP y Transantiago), no movió un solo dedo para que en las instancias de base se votaran paros activos para ambas fechas… Quieren mantener la tregua con el gobierno.

Dos fuerzas que se comienzan a configurar, con todos los límites que se levantan ante ellas, pero que son opositoras entre sí, por un lado la unidad de la derecha que busca salir a las calles, por otro lado, la unidad de los estudiantes y trabajadores. Que pueden deparar posibles choques ante los cuales hay que prepararse.

La tregua de las direcciones estudiantiles

El CONFECh y el resto de los organismos como la CONES y ACES, han pactado en la práctica, una tregua al gobierno, y han mantenido, sólo comentarios testimoniales ante la arremetida de la derecha.

La CONFECh en las dos últimas sesiones, ha aceptado subirse al “dialogo ciudadano” levantado por Eyzaguirre, con “ciertas garantías”, 4 para ser exactos. Estas son a) que este sea resolutivo, b) el retiro y freno de los proyectos de ley en cuanto a materia educativa, c) que las organizaciones puedan aportar con documentos que sean insumos oficiales, que se modifiquen los plazos y que todas las organizaciones puedan incidir en la discusión, d) la derogación de los artículos del DFL2. Esto, mientras la denominada “ultra” se dividía entre abstenciones y no a la mesa de diálogo… El resultado: la política de la Nueva Mayoría, custodiada por el FEL, la UNE y la IA, junto con el Somos USACh y el resto de la “ultra” como fuerzas auxiliares por abajo. Diálogo con garantías.

La ACES también definió sus garantías a) ampliación de la participación de los “actores sociales”, b) que este sea resolutivo y c) el cese de la represión por parte del gobierno. Mientras tanto, los dirigentes de la CONES, miembros de la Nueva Mayoría, dijeron que sí a la trampa del gobierno. Todo esto, mientras tomas secundarias de liceos pobres y precarizados se subían y bajaban, con una ofensiva de la NM en manos de Carolina Tohá, metiendo sus garras a la organización estudiantil intentando reglamentar las decisiones de los estudiantes, amenazando con demandas a los estudiantes del liceo Aplicación y dando anuncios de posibles desalojos, mientras se cuestiona ante los medios de prensa por qué el movimiento estudiantil no confía en el gobierno ¡Liceos pobres, empresarios ricos!

Allanan el camino a un callejón sin salida para el movimiento estudiantil y caen en la trampa del gobierno. Pero esto no es todo. En la última sesión del sábado pasado, definieron entre otras cosas, a partir de las respuestas del MINEDUC, de negativa rotunda al retiro y freno de los proyectos de ley y la promesa de enviar uno que permita la derogación del DFL2 de aquí al 21 de Julio, decidieron para la misma fecha, volver a sentarse con el gobierno (el 21 de Julio) para discutir la “participación ciudadana”, a la vez de desplegar una “agenda corta” junto a los rectores agrupados en el CRUCh, y un calendario para el segundo semestre, que contempla el “apoyo a las luchas secundarias” y ¡¡¡una marcha estudiantil recién el 21 de agosto!!! Es decir, a un mes de sentarse nuevamente con el gobierno en seco, sin discusiones de base de por medio, y con demandas que no son más que abstracciones que ellos mismos han definido junto con más “hitos” y recién hoy, comienzan a hablar, ya para el segundo semestre, de las tomas que vienen protagonizando los secundarios del centro de Santiago.
Es así, las mismas direcciones que al finalizar el año 2013 prometían la llegada de la “ultra” estudiantil a la CONFECh, criticaban la política de las JJCC y las pasadas de máquinas de estos, auguraban la unidad con los secundarios y decían que no habría marcha blanca para el gobierno de la Nueva Mayoría prometiendo un 2014 de movilizaciones, que este sí sería el año, han demostrado que cuando se refiere a ellos, del dicho al hecho hay mucho trecho. Se han callado la boca ante la ofensiva de la derecha, y sólo hoy comienzan a hacer declaraciones generales y testimoniales, y mantienen con su política nefasta, al movimiento estudiantil en pasividad y por fuera de las decisiones. Se han subordinado a los ritmos y términos del gobierno, y abogan hoy por hacer conocidas las demandas estudiantiles, mientras se ha cerrado el primer semestre y aceptaron sentarse sin plan de lucha ni movilizaciones ni discusiones de base, con el gobierno. Más allá de la fraseología que pretenden ostentar, ¿qué es lo que los diferencia de las antiguas direcciones?

¡Por un Congreso Educativo de Lucha que unifique a estudiantes secundarios, universitarios y trabajadores de la educación docentes y no docentes! ¡Por un plan de lucha para conquistar nuestras demandas junto a los trabajadores!

Este primer semestre se cierra con una pasividad expectante por parte del movimiento estudiantil, y con una derecha a la ofensiva que hace retroceder al gobierno. ¿Era inevitable este escenario? Nosotros creemos que no. Frente a un momento en donde el gobierno quiere entramparnos y sacarnos de las calles, y en donde la derecha busca desplegar movilizaciones, apoyándose en los chantajes de los sostenedores, el movimiento estudiantil debe posicionarse con una alternativa propia, con iniciativa y movilización. Las dirigencias, por el contrario, se han adaptado a los tiempos del gobierno y no han respondido a la ofensiva de la derecha.  Se han limitado a hablar en general del fortalecimiento de la educación pública como demanda central del movimiento estudiantil -con la cual dice tener acuerdo toda la NM- y acabar con las malas condiciones laborales de los trabajadores en la educación, la derogación del DFL2 abogando por mayor participación de las “comunidades educativas”. El movimiento estudiantil necesita salir de la ambigüedad en la que lo entrampan sus direcciones actuales, levantando demandas claras, que cuestionen el modelo educativo de conjunto y se propongan derribar el mercado educativo de raíz. ¡No queremos participar, queremos decidir!

Es necesario un Congreso Educativo de Lucha, con delegados mandatados y revocables, representantes de secundarios, universitarios y trabajadores de la educación docentes y no docentes. La CONFECh ha dicho que también aboga por un Congreso Educativo, y es que está dentro de sus dos últimas síntesis… Dicen que ya comenzaron a articularlo… Pero ¿Dónde está? ¿Quiénes lo han discutido? Es necesario llevarlo hasta el final, votando cientos de delegados, y que sean las bases las que decidan y no ellos entre cuatro paredes.

No podemos seguir fraguando la tregua que hoy intentan imponernos las direcciones ¡NECESITAMOS UN PLAN DE LUCHA YA! Oponer la fuerza del movimiento estudiantil no solo a la derecha que intenta dejar todo cual como esta, sino también al gobierno de la Nueva Mayoría que pretende maquillar ciertas cosas para que nada cambie, y retrocede ante cada declaración de la derecha, que es amplificada por los medios de comunicación. Los estudiantes no queremos lo mismo que la derecha ni la Nueva Mayoría ¡Queremos Educación Gratuita financiada al 100% por el Estado en todos sus niveles! ¡No más subsidio a los privados que mantienen a los profesores en condiciones de incertidumbre laboral y con bajos salarios! Que cada universidad que lucre o quiebre sea estatizada en base a cogobierno triestamental, a su vez, que todas las universidades sean administradas y gestionadas por estudiantes, funcionarios y profesores. ¡Que se acabe la precarización laboral! ¡PASO A PLANTA DE TODOS LOS FUNCIONARIOS Y PROFESORES TAXIS EN LAS UNIVERSIDADES! No basta con hacer un llamado a acabar con el subcontrato en general, es necesario pelear por acabar de raíz con las condiciones de precariedad laboral que imponen las autoridades a nuestros funcionarios, sin contratos ni salud ni espacios donde puedan almorzar.

La alianza necesaria del movimiento estudiantil ¡Adelante, adelante obreros y estudiantes!

El camino de la unidad obrera estudiantil, es lo que nos permitirá conquistar nuestras demandas. Este segundo semestre, se comenzará a discutir la reforma laboral, y las direcciones burocráticas de la CUT, han mantenido a la central como vocera de gobierno. ¡Es necesario un plan de lucha entre estudiantes y trabajadores para conquistar nuestras demandas! El 2011 y 2013, protagonizamos importantes jornadas de unidad obrero estudiantil pero que aún no se han profundizado, y es que este, es el camino a seguir. Forjando una unidad de clase para impedir que la derecha siga avanzando y arrebatarle nuestras demandas al gobierno de la NM.

Las direcciones intentarán contenernos y mantener saludos testimoniales y marchas al estilo de hitos de presión, sólo la unidad de base nos permitirá doblarle la mano a las direcciones e impedir que nos saquen de las calles.

Por una herramienta de combate del movimiento estudiantil ¡Únete a la ACR!

Es necesario que el movimiento estudiantil tenga una herramienta de combate y de lucha, que se ponga en pie de guerra para acabar con toda la educación de mercado cerrándole el paso a la derecha, impedir ser seducidos por los cantos de sirena de la NM y hacerle frente a las direcciones de nuestros organismos que sólo gestan treguas al gobierno. Estas son las peleas que damos los militantes de la Agrupación Combativa y Revolucionaria, pues estamos decididos a vencer.

Levantando la unidad obrero estudiantil en la práctica y desde las bases, como lo hicimos para el paro de los trabajadores del Transantiago, peleando en cada una de nuestras facultades y liceos para votar paros y asistir a la marcha, y yendo junto a ellos a cada uno de los depósitos para amplificar el paro y forjar unidad entre estudiantes y trabajadores.

Esta es la pelea que te invitamos a dar, esta es la alternativa que el movimiento estudiantil necesita.

8 de Julio

 

Gramsci, partido y la construcción de un ejército revolucionario de los explotados y oprimidos

Vicente Molina

10 de julio de 2014

En un artículo publicado por un militante de la Juventud Guevarista de Chile, el autor se propone el objetivo legítimo de rescatar al revolucionario italiano Antonio Gramsci de las redes teóricas del reformismo de corte socialdemócrata[1].

Su tesis reside en que para Gramsci la violencia constituyó el método fundamental en la resolución de las contradicciones de clase en favor del proletariado. Todo lo contrario de las afirmaciones clásicas del reformismo de izquierda. Según esta corriente internacional, Gramsci habría afirmado que la conquista del poder político por la clase obrera podía realizarse conquistando gradualmente la totalidad de las posiciones en el Estado capitalista sin necesidad de utilizar la “vía armada”. De esta manera, la “vía pacífica” de la conquista del poder político por los explotados eludiría la “vía armada”, propia de la experiencia bolchevique de 1917.

Sin embargo, la reivindicación histórica del Gramsci que se plantea como estrategia la insurrección armada de las masas explotadas y oprimidas en la conquista del poder político contiene sus límites políticos. A pesar de haber tenido una concepción “ultra izquierdista” durante la oleada revolucionaria del periodo 1917-1923, este constituye el gran vacío estratégico del marxista sardo en sus clásicos Quaderni del Carcere.  La ausencia de clarificar en qué situación histórica transformar la guerra de posiciones (estrategia defensiva) en guerra de movimientos (estrategia de la insurrección)[2].

En este breve artículo no debatiremos en torno a los vacíos estratégicos o las “antinomias” de Antonio Gramsci. Por el contrario, nos centraremos en la propuesta del autor que recurre a Gramsci para afirmar la necesidad de la construcción de un aparato militar del pueblo para asegurar la conquista del poder político.

Según el autor, Gramsci habría seguido la línea estratégica de la Internacional Comunista fundada por Lenin, “lo cual se traducirá en la adopción de una estrategia de poder de carácter insurreccional, esto significa –en esencia– pretender apoderarse de una fracción importante del ejercito burgués para convertirlo en un ejército rojo de carácter revolucionario.”[3] Siguiendo al autor, Gramsci sostuvo la necesidad de construir un organismo militar en el seno del ejército capitalista para el triunfo de la revolución socialista.

Sin embargo, el autor señala “que intentos insurreccionales se desarrollaron durante todo ese periodo, en Reval (1924), en Hamburgo (1923), en Cantón (1927), en Shangai (1926 y dos intentos en 1927), entre otros, todos ellos fallidos. Las revoluciones triunfantes que se desarrollarán más tarde – durante el siglo XX – se sustentarán en la construcción de fuerzas militares propias o independientes del Estado burgués, son los casos de Vietnam, China, Argelia, Cuba, Nicaragua, Granada, entre otras.”[4]

En esta afirmación se descubre la intención del artículo de Lincopi: recurrir a Gramsci para justificar la necesidad de la construcción de un ejército de carácter guerrillero para el triunfo de la revolución socialista. Esta concepción de la insurrección armada de los explotados y oprimidos corresponde a las estrategias de la guerra de guerrillas y la guerra popular prolongada, patrimonio de las revoluciones triunfantes que menciona al final del párrafo: China, Vietnam, Cuba, Argelia, Nicaragua y Granada. Las tres primeras experiencias revolucionarias constituyen las mayores depositarias de ambas estrategias convergentes.

Si bien tenemos acuerdo en la necesidad de la insurrección armada de las masas explotadas y oprimidas y en la construcción de un ejército rojo, discrepamos en la estrategia para llevar a cabo ese objetivo. La concepción de construir un ejército revolucionario al margen del estado burgués antes de la conquista del poder político denota la construcción de una forma determinada de partido revolucionario. Este partido no puede ser otro que un partido-ejército o partido-guerrillero, propio de la estrategia guevarista o maoísta. Asumiendo que el autor pertenece a la Juventud Guevarista resulta evidente que el contenido estratégico de la construcción de partido revolucionario responde a la estrategia guevarista, es decir, foquista o guerrillera.

No profundizaremos en este apartado acerca del guevarismo y la estrategia del foco insurreccional o guerra de guerrillas. Realizaremos una crítica exponiendo ideas fundamentales.

En primer lugar, los procesos y levantamientos revolucionarios de la década de 1920 se produjeron bajo el marco histórico de los zigzagueos de la Internacional Comunista. A partir de 1923 las tendencias burocráticas del partido bolchevique dirigidas por Stalin se impusieron en la dirección de la Internacional de Lenin. Nombres como: Bela Kun, Manuilsky, Waletsky, Sméral, Koralov, Kussinen, Martinov, Zinoviev, Kamenev, y Bujarin, por nombrar los más importantes, tomaron las principales decisiones en la orientación de la acción de los jóvenes partidos comunistas en dichos procesos y levantamientos revolucionarios. A su vez, estos dirigentes fueron instalados y luego desplazados (por no decir barridos) por Stalin y su camarilla.

No entender la situación política interna de la Internacional Comunista de ese periodo, impedirá cualquier balance estratégico riguroso de porqué dichas revoluciones terminaron en derrotas. Sin contar las nefastas consecuencias políticas que trajo para el desarrollo y fortalecimiento de una estrategia revolucionaria de la clase obrera mundial. Un análisis pormenorizado de los zigzagueos del estalinismo durante la década del 20, en su actuación en cada proceso revolucionario (Alemania, Estonia, Bulgaria y China) lo entregó uno de los fundadores de la Internacional Comunista, León Trotsky en: Stalin. El organizador de derrotas. La III Internacional después de Lenin. Obra que concentra los escritos de 1928 referidos al problema en cuestión.

 

En segundo lugar, la construcción de fuerzas militares propias del pueblo e independientes del Estado burgués implica una concepción determinada de partido revolucionario, completamente diferente a la noción de partido que compartió Lenin, Trotsky, Luxemburgo e incluso el mismísimo Gramsci.

El Gramsci del periodo del Ordine Nuovo hasta caer preso por el fascismo italiano, mantuvo firme su convicción de que el triunfo de la revolución socialista  estaba determinada por la construcción de un partido revolucionario de la clase obrera. En este periodo histórico, esto significaba la alianza obrera y campesina dirigida por el partido obrero revolucionario de vanguardia. A pesar de las ambigüedades y vacíos estratégicos de Gramsci, existe un elemento central en su formulación de partido revolucionario. La importancia de los organismos de auto-organización de los trabajadores, esencia de la democracia proletaria, y por ende, la base de la construcción de un Estado obrero revolucionario[5].

De este modo, la construcción de un genuino ejército revolucionario está orgánicamente vinculada a los organismos de democracia directa de los trabajadores, campesinos y soldados. La revolución rusa de 1917 demostró que el aparato militar de la revolución nace de las entrañas de las asambleas de obreros y campesinos, de los comités de base, de las guardias rojas, entre otros organismos de auto-organización. Es deber del partido de vanguardia potenciar al máximo la actividad creativa de dichos organismos que a su vez se verán expresados en la estructura interna del nuevo ejército de la revolución socialista. Solamente el control político del ejército por parte de los consejos o soviets garantizará la construcción de una genuina república democrática de trabajadores, posición para avanzar en la revolución internacional.

Por el contrario, la concepción guevarista de partido implica como principio la construcción de un aparato militar sin unidad orgánica con los organismos de democracia obrera. En otras palabras, el partido guerrillero no se construye como expresión política de los organismos de combate de la clase obrera. El partido-ejército se construye de la existencia del campesinado pobre. De esta manera, dicha concepción estratégica de partido trae consigo una determinada forma de construcción del ejército revolucionario. Al no surgir de la experiencia histórica de la vanguardia obrera, contiene desde su formación el germen de un aparato político burocratizado. El ejército guerrillero es un organismo que contiene una estructura burocrática de mando que se traduce en una relación vertical con las masas explotadas y oprimidas.

Para la estrategia de guerra de guerrillas, es el ejército el que lleva adelante las transformaciones estructurales[6], no los organismos de democracia proletaria dirigidos por un partido de vanguardia. El ejército es una creación del partido en una situación no revolucionaria. Por el contrario, el ejército soviético fue fundado durante la revolución rusa, desde los soviets de obreros, campesinos y soldados, bajo el impulso directo de los bolcheviques. Nótese que el ejército revolucionario que enfrentó a los catorce ejércitos capitalistas nació de la síntesis entre los soviets de obreros, campesinos y soldados del desarticulado ejército imperial zarista. En una revolución, la clase obrera debe quebrar el ejército capitalista, atrayendo a un sector determinado para vencer. Queremos ser enfáticos en esto.

En Alemania (1923) y China (1926-27) el problema estratégico no fue ganarse la simpatía de un sector del ejército nacional burgués. El problema de fondo fue que en ambos casos los partidos comunistas se subordinaron a la dirección social reformista y nacional burguesa respectivamente. Esto impidió que pasaran de la guerra de posiciones a la guerra de movimientos, es decir, a la ofensiva cuando se dieron las condiciones revolucionarias para tomar el poder político. El PC alemán subordinó “su política” a los tiempos de decisión de la socialdemocracia de izquierda, tiempos que eran los del régimen burgués. El resultado fue una derrota brutal para el movimiento obrero, a la sazón, más poderoso del mundo.

En China, el PC tenía influencia en sectores del ejército del Koumintang. El problema estratégico residió en que participaron de dicho gobierno en alianza con el ala nacionalista burguesa de Chiang Kai-Shek y el ala democrática burguesa de Wun Than Wei. El ala nacionalista aprovechó la subordinación del PC a su política para aniquilarlos. De este modo, la revolución china fue derrotada, trayendo como consecuencia la destrucción del movimiento obrero comunista chino (Cantón y Shangai) y el repliegue del PC sobreviviente a las provincias boscosas del sur[7].

No profundizaremos en este artículo respecto a la estrategia del foco insurreccional. Eso corresponderá a un análisis de mayor envergadura. Simplemente queremos criticar la propuesta de qué ejército debe construirse para llevar a cabo la insurrección armada de los explotados y oprimidos, objetivo que compartimos.

La revolución cubana triunfó bajo la estrategia del foco guerrillero. Las revoluciones china y vietnamita triunfaron bajo la estrategia de la guerra popular prolongada. Ambas estrategias conciben la existencia previa de un aparato militar autónomo de los organismos de auto-organización. De este modo, la construcción de estados obreros en dichos países implicó una degeneración burocrática desde el comienzo. Los nuevos estados nacidos de la revolución fueron dirigidos por un partido único y monolítico, que aniquiló la existencia de otros partidos que defendieran la revolución. El estado obrero nacido de la revolución cubana fue un estado nacido del partido-ejército guerrillero y no de organismos de tipo soviético. De hecho, si estos existieron de manera incipiente, el partido foquista no los desarrolló. Por el contrario, bloqueó cualquier posibilidad de desarrollo de organismos de democracia obrera y campesina.  El partido-ejercito sustituyó la acción de las masas explotadas y oprimidas en la realización de las tareas democráticas y socialistas.

De esta manera, Lincopi concluye que “constituye una necesidad de la izquierda, poder  articular y crear hegemonía obrera a la vez que se preparan condiciones para desarticular las relaciones de fuerza y dominación de la burguesía.”[8] La única forma de construir hegemonía obrera en Chile es construyendo un partido revolucionario de la vanguardia obrera que logre conquistar la dirección intelectual y moral de millones sectores de masas de explotados y oprimidos. El partido revolucionario debe desarrollar y fortalecer todos los organismos que posibiliten a la clase trabajadora recuperar la confianza en sus propias fuerzas: sindicatos, coordinadoras, organismos parasindicales, prensa obrera, escuelas de formación sindical, entre otras instituciones. Dicho partido no es otro que un partido leninista de combate cuyo sujeto central es la clase trabajadora. Por el contrario, el partido guevarista está bastante lejos de esta noción. Ni el sujeto central es la clase trabajadora, ni la base fundamental de la construcción del socialismo lo constituyen los organismos democráticos de los trabajadores. El partido-ejército de matriz guevarista solamente puede conducir a una anulación del despliegue creativo e internacionalista de los organismos de democracia obrera. Única salvaguarda para enfrentar las presiones internas y externas a la burocratización del Estado.

 

 

[1] Al respecto ver:  Lincopi, Carlos, “Gramsci: ¿Hegemonía sin coerción?”, junio de 2014. En: http://revistanuestramerica.wordpress.com/

[2] Ver: Albamonte, Emilio y Mahiello, Matías, “Trotsky y Gramsci: debates de estrategia sobre la revolución en “occidente””, Revista Estrategia Internacional Nº 28, Septiembre de 2012, pp. 113-152.

[3] Lincopi, Carlos, op. cit.

[4] Ibid.

[5] Al respecto ver: Gramsci, Antonio, Escritos periodísticos de L’Ordine Nuovo. 1919-1920, Editorial Tesis Once, Buenos Aires, 1991.

[6] Respecto del rol del ejercito como realizador de las transformaciones estructurales ver: Che Guevara, Ernesto, “La guerra de guerrillas” [1960], en: Obras Escogidas. 1957-1967. Volumen I, Editorial de Ciencias Sociales La Habana, 2007, pp. 3-152; Vo Neguyen Giap,Guerra del pueblo, ejército del pueblo, Serie Popular Era, 1971 [1960]. En especial pp. 45-72.

[7] Deutscher, Isaac, El maoísmo y la revolución cultural china, Serie Popular Era, 1971 [1967].

[8] Lincopi, op. cit.

Los Cordones Industriales y el poder obrero

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Ana López Dietz

Historiadora, UAHC

El Núcleo de Investigación “Historia, memoria y representación de los trabajadores de los Cordones Industriales” de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, se propone conocer la historia de los trabajadores de los Cordones Industriales en el Chile de la Unidad Popular. Nuestro objetivo es rescatar las historias de las y los trabajadores, sus luchas y experiencias, las que han sido olvidadas e invisibilizadas por la historia oficial, a partir de allí, se realizó una obra de teatro que busca contribuir a difundir esta historia.

La producción histórica y de las diversas disciplinas sociales no es neutral, como tampoco lo son nuestras elecciones teóricas, epistemológicas u objetivos de investigación. Como diría Walter Benjamín en sus Tesis sobre el concepto de Historia “como a cada generación que vivió antes que nosotros, nos ha sido dada una débil fuerza mesiánica sobre la que el pasado exige derechos. No se debe despachar esta exigencia a la ligera”. Existe una responsabilidad de los intelectuales y académicos. ¿Desde dónde nos situamos? ¿Para qué se produce conocimiento? Hace falta también repensar la discusión respecto del intelectual orgánico. En el ámbito de la historia, durante las últimas décadas se dejó de lado la historia de la clase trabajadora reciente, ante el embate del estudio de los nuevos movimientos sociales o de la historia de la militancia. La tradición historiográfica marxista, que tuvo entre sus referentes importantes a Luis Vitale, quedó marginada, relegada por el surgimiento de la nueva historia chilena, en un contexto de la crisis general provocada por la caída del muro de Berlín, la derrota de los procesos revolucionarios de la década de los setenta, el auge del neoliberalismo y el pensamiento posmoderno, el escepticismo de los discursos oficiales que hablaban de la muerte de los sujetos, las clases y la lucha de clases, lo que alentó el alejamiento de los intelectuales de la militancia y de la idea de revolución.

 

La historiografía marxista, que tuvo un fuerte auge entre los años 1950 y 1973 en Chile, se dedicó a la investigación, el estudio y la vinculación con el movimiento obrero; sin embargo, producto del golpe de Estado y la represión política, sus integrantes se dispersaron en el exilio o fueron asesinados. Dentro de la historiografía marxista chilena encontramos una gran variedad de exponentes, vinculadas siempre a la práctica política y militante, como fue el caso de Julio César Jobet, militante del Partido Socialista, Hernán Ramírez Necochea y Fernando Ortiz Letelier, vinculados al Partido Comunista, y Luis Vitale, del ala trostkista y fundador, entre otros, del MIR.

Es necesario hoy retomar una historiografía marxista y militante, de y al servicio de la clase trabajadora y los explotados y oprimidos, que se piense no solo como la posibilidad de conocer, sino también de transformar.

Cordones Industriales

En octubre de 1972 surgieron los Cordones Industriales, como respuesta de los trabajadores al paro patronal que organizó la oposición al gobierno de Salvador Allende y la Unidad Popular. Esta experiencia de organización se extendió por Santiago y en diferentes regiones, buscando agrupar territorialmente a los trabajadores de distintas fábricas y lugares de trabajo, intentando coordinarse también con otros actores sociales (pobladores, estudiantes) para resolver los problemas de producción, abastecimiento y distribución que estaban planteados producto del paro patronal.

Los Cordones Industriales se propusieron como tarea de coordinar y solidarizar con las distintas luchas, como también la unidad de la clase obrera, para ello utilizaron formas de organización de democracia directa lo que se expresaba en el funcionamiento de asambleas, la elección de delegados y coordinadores y, reuniones abiertas a otras organizaciones, como las Juntas de Vecinos o las Juntas de Abastecimiento Popular (JAP). A lo largo de esta experiencia, que duró hasta el derrocamiento del gobierno de la Unidad Popular, los trabajadores se propusieron como tarea profundizar las medidas del gobierno, exigiendo mayor participación, control obrero de la producción y la socialización de los medios de producción, es decir, un gobierno propio de los trabajadores, conformando una clara identidad clasista de los trabajadores y sus organizaciones políticas y sindicales. Pero más importante aún, el propio desarrollo de los Cordones Industriales implicó el distanciamiento y la crítica al gobierno de Allende y la Unidad Popular, planteando incluso la posibilidad de superarlo. Se trataba, en germen, de organismos de auto organización y poder obrero.

El triunfo de la Unidad Popular se explica como parte del proceso de ascenso de la lucha de clases que venía produciéndose desde inicios de los años sesenta en nuestro país, y tiene como antecedente el gobierno de Eduardo Frei y la política de la “Revolución en Libertad”. Políticas que buscaban ciertas reformas que impidieran un mayor desarrollo del conflicto entre las clases. También a nivel internacional se estaban viviendo importantes procesos de cuestionamiento al orden capitalista, como lo demuestra el Mayo Francés, como uno de sus puntos álgidos en el corazón del capitalismo europeo, o la guerra de Vietnam, cuestionando el poder de Estados Unidos y el imperialismo. El horizonte de la revolución aparecía en la práctica y en el imaginario de las generaciones de la época.

Los años de la Unidad Popular pusieron a prueba diferentes estrategias y políticas (Garretón y Moulian, 1983; Pinto, 2005). La vía chilena al socialismo intentó avanzar en profundas reformas democráticas y sociales y en cambios en la estructura económica, política y social, nacionalizando el cobre, avanzando y profundizando en la reforma agraria, extendiendo los derechos básicos como la salud, educación o pensiones a amplios sectores de la población, controlando los precios, creando un Área de Propiedad estatal, entre otras importantes medidas. Sin embargo, para acceder al gobierno la Unidad Popular tuvo que firmar un Estatuto de Garantías Constitucionales, exigido por la Democracia Cristiana[1], que buscaba garantizar la legalidad del orden; uno de sus puntos fundamentales se refería a la autonomía de las Fuerzas Armadas, las mismas que apenas tres años después hicieron el golpe de Estado para salvaguardar los intereses de los empresarios nacionales y extranjeros, de los partidos de la derecha, y sectores de las clases medias y altas que pedían el golpe. Más adelante, el gobierno de Allende intentó con la incorporación de militares al gobierno[2], en las constantes negociaciones con la Democracia Cristiana, o devolviendo fábricas tomadas por los trabajadores, demostrar que la vía chilena al socialismo, no significaba una ruptura ni un quiebre radical con el sistema capitalista. Desde los primeros días, tanto la derecha como los sectores patronales comenzaron su oposición activa al gobierno de la Unidad Popular y a la organización cada vez mayor que estaban alcanzando los sectores obreros y populares. La defensa de la propiedad privada constituía la máxima expresión de esta unidad y el eje de ataque a los trabajadores y su organización. Y la Unidad Popular se veía constantemente tensionada para negociar con la oposición y así frenar el proceso de auto organización obrera y popular que se daba en su base.

Los trabajadores sentían una fuerte identificación con el gobierno de Salvador Allende y éste los reconocía como un actor fundamental de la política y el desarrollo nacional, sin embargo, su propio programa y estrategia planteaba la política de vía chilena y pacífica al socialismo, desarmando de esta manera a los trabajadores para enfrentar la reacción política y social de la derecha, los empresarios y el imperialismo. La Unidad Popular encarnaba así un gobierno de frente popular, de reformas profundas, sin significar una ruptura con el orden capitalista. Los convulsivos meses finales del gobierno de la UP acrecentaron la polarización política y social en el país, radicalizando las posturas de la oposición y sus intentos de desestabilizar y derribar al gobierno de Salvador Allende (Drake, 2003). La oposición veía con alarma este proceso y trataba de paralizar la acción del gobierno y enfrentar su base social. Estas acciones fueron escalando hasta terminar con la imposición violenta de un nuevo régimen de dominación, mediante la instalación de los militares y sus aliados tras el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 (Guillaudat y Mouterde, 1993).

Los Cordones comenzaron a organizarse a mediados de 1972, cuando diversos sectores de trabajadores se organizaron y coordinaron entre distintas fábricas y empresas, teniendo como centro la solidaridad en las luchas y huelgas y el apoyo mutuo, aunque también comenzaron a plantear un programa que incluía la expropiación de los monopolios, el control obrero de la producción, y la constitución de organizaciones obreras de democracia directa, con la elección de delegados y la revocabilidad de los cargos; también se preocuparon por la falta de insumos para las fábricas, la escasez y el mercado negro. Rápidamente, la constitución del Cordón Industrial Cerrillos-Maipún, comenzaría a extenderse a otros sectores de Santiago y regiones, llegando a existir potencialmente cerca de 55 Cordones en todo el país.

En octubre de 1972, la reacción de la derecha se acrecentó con el paro de camioneros, que buscaba paralizar al país, generando mayor desabastecimiento y el caos económico. Los trabajadores respondieron tomando las fábricas. “Es así como cuando llegó el paro de los dueños de camiones en Maipú y Cerrillos estaban preparados para resolver desde la base y en forma organizada problemas de abastecimiento y transporte … Cuando llegó el paro, algunos obreros debieron tomar el control de las fábricas porque sus propietarios impidieron por todos los medios la producción[3]”, planteando posteriormente el control obrero de la producción, consejos de delegados, agrupación de trabajadores junto a campesinos y pobladores y sustituir el parlamento burgués por una asamblea popular (Gaudichaud, 2004:37).

Los Cordones Industriales surgieron como una respuesta de organización de los propios trabajadores ante el proceso que se estaba viviendo en el país. Debieron enfrentar la oposición del gobierno y la CUT para su constitución y extensión, que los acusaban, entre otras cosas, de paralelismo y sustitucionismo. Para Samaniego los Cordones representaban un desafío para el PC que hegemonizaba la CUT y otros sindicatos (Samaniego, 1998).

Los Cordones combinaron una forma de organización democrática, con la elección de delegados, un aspecto territorial, agrupando a trabajadores de diversas fábricas y buscando coordinarse activamente con otras organizaciones como las Juntas de Abastecimiento Popular, los Comandos Comunales, Juntas de Vecinos, formando también Comités de Vigilancia, y también de planificación, tratando de discutir los problemas de la producción y el abastecimiento. Los Cordones asumieron funciones políticas, y fueron progresivamente cuestionando el gobierno de Allende. Particularmente, cobraron peso a partir del tanquetazo, y aumentaban su distanciamiento con la UP en la medida en que ésta frenaba el desarrollo de los Cordones, sobre todo con la devolución de las fábricas posterior al paro patronal, para negociar así con la oposición. Para el gobierno y la CUT se trataba de no acelerar el proceso político, manteniéndose dentro de la política de la vía pacífica al socialismo. Incluso el Plan Prats- Millas impulsado por la Unidad Popular planteó la indemnización y devolución de empresas, lo que fue rechazado por los trabajadores de los Cordones.

En julio de 1973 se creó la Coordinadora Provincial de Cordones Industriales, en la que participaban los Cordones de Cerrillos-Maipú, O”Higgins, Vicuña Mackenna, San Joaquín, Mapocho, Cordillera y Santiago Centro; más adelante se incorporaron a los Cordones de Santa Rosa y Panamericana Norte. A nivel nacional también se extendía esta experiencia en Arica, Concepción, Osorno y Valparaíso[4]. Los cuestionamientos a las políticas oficiales aumentaban. Según Manuel Dinamarca, dirigente obrero del PS,

“siempre los trabajadores han ido más adelante que el Gobierno para el cumplimiento de las tareas trazadas. La mayoría de las empresas del área social han sido conquistadas por la lucha de los trabajadores y para ellos, en muchas oportunidades, hemos tenido que enfrentar a los propios funcionarios de Gobierno… no creemos que el Gobierno haya sido suficientemente revolucionario, como nosotros lo hubiéramos querido. Ha sido la lucha de los trabajadores la que ha obligado al Gobierno a adoptar determinadas medidas[5]”.

Sin embargo la inevitabilidad de un enfrentamiento entre las clases era cada vez más clara para la derecha, los militares, los trabajadores y el gobierno. En una carta enviada por la Coordinadora de Cordones Industriales a Salvador Allende el 5 de septiembre, se planteaba:

“Antes, teníamos el temor de que el proceso hacia el Socialismo se estaba transando para llegar a un Gobierno de centro, reformista, democrático burgués que tendía a desmovilizar a las masas o a llevarlas a acciones insurreccionales de tipo anárquico por instinto de preservación. Pero ahora, analizando los últimos acontecimientos, nuestro temor ya no es ése, ahora tenemos la certeza de que vamos en una pendiente que nos llevará inevitablemente al fascismo[6]”.

El golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 instauró la dictadura militar con su secuela de desaparición, muerte y tortura, el fin de las conquistas sociales y políticas durante conseguidas en años de lucha. La sociedad chilena sería transformada profundamente con la implementación del modelo neoliberal, el miedo y la desarticulación social[7]. El golpe tuvo así un fuerte contenido de clase anti-obrero, para restaurar el poder del empresariado y sus intereses.

El proyecto que llevamos adelante busca la reconstrucción histórica de este proceso, desde las voces de los propios protagonistas, para rescatar también la memoria histórica de los actores de aquella época. Por otro lado, nos propusimos la elaboración de una obra de teatro “Cordones Industriales” que pudiera representar esta historia, la de hombres y mujeres que buscaban con su lucha y organización, cuestionar el capitalismo y construir la posibilidad de una sociedad sin clases ni explotación.

Bibliografía sobre los Cordones Industriales

Garretón, Manuel Antonio y Moulián, Tomás, La Unidad Popular y el conflicto político en Chile, Minga, Santiago de Chile, 1983

Gaudichaud, Franck. La Central Única de Trabajadores, las luchas obreras y los Cordones Industriales en el periodo de la Unidad Popular en Chile (1970-1973). Análisis histórico crítico y Perspectiva. Santiago, 2003.http://www.rebelion.org/docs/13779.pdf

Gaudichaud, Franck. Poder Popular y Cordones Industriales. LOM, Santiago, 2004

Guillaudat, Patrick y Mouterde, Pierre. Los movimientos sociales en Chile. LOM, Santiago, 1998

Halbawcs, Maurice. On Collective Memory, Chicago: The University of Chicago Press, 1992

Jelin, Elizabeth. Los trabajos de la memoria, Ed. Siglo XXI, Madrid, España, 2002

Larraín, Jorge. Identidad Chilena. LOM Ediciones, Santiago, 2001

Levy-Daniel, Héctor. “Teatro. Sentido y política”. La revista del CCC [en línea]. Septiembre / Diciembre 2009, n° 7

Leiva Sebastián. El MIR y su inserción en el mundo obrero: el frente de trabajadores revolucionarios (FTR) y su relación con los cordones industriales. Caber Humanitis N° 28, primavera 2003. En:http://www.cyberhumanitatis.uchile.cl/CDA/ texto_simple2/0,1255,SCID%253D6783%2526ISID%253D374,00.html

Mujica, Dolores, Cronología Comentada de los Cordones Industriales. Ediciones Clase contra Clase, Santiago, 2005

Pinto Vallejos, Julio (coordinador editor), Cuando hicimos historia: La experiencia de la Unidad Popular , LOM, Santiago de Chile, 2005

Salazar, Gabriel y Julio, Pinto. Historia Contemporánea de Chile. LOM, Santiago, 1999.

Samaniego Augusto. Octubre al rojo: fulgor y agonía de la “unidad de los trabajadores”. En Internet:http://www.vrid.usach.cl/pub/Augusto%20Samaniego.pdf, 1998

Silva, Miguel. Los Cordones Industriales y el Socialismo desde abajo. Lizor, Santiago, 1998

 

[1] El Mercurio, 25 de Octubre de 1970

[2] Ministros que rechazaban, por ejemplo, las formas de organización de abastecimiento obrera y popular, como las JAP, asesorando incluso al gobierno con “expertos” militares abiertamente de oposición. Revista Qué Pasa, N° 93, 25 de enero de 1973. “Renuncias militares acentúan poder de Prats”, pág. 7-10

[3] Punto Final, Año VII, N° 170, 7 de Octubre de 1972. “Vigorosa respuesta de la clase obrera”, pág. 4-5

[4] Según datos de los propios Cordones, el Cordón O’Higgins agrupaba a unas 15 empresas, entre ellas Yarur, Gasco, etc., alcanzando a unos 6.000 trabajadores; en el cordón San Joaquín participan 9 de las 25 empresas del sector, en el cordón  Santa Rosa – Gran Avenida participaban  84 de las 120 empresas del área, y; el cordón Vicuña Mackenna agrupaba a unas 350 empresas, movilizando entre 5.000 y 7.000 trabajadores.

[5] Últimas Noticias. Año LXXI, N° 22553, Lunes 18 de Junio de 1973, “¿Crisis en el sindicalismo en Chile”, pág. 2-3

[6] Carta de los cordones Industriales a Salvador Allende, 5 de septiembre de 1973. En:www.archivochile.com.

[7] Existen muchos aspectos sobre los Cordones en los que es importante detenernos, como por ejemplo su tratamiento sobre la temática de la mujer trabajadora, su relación con la CUT, las discusiones políticas de las diferentes organizaciones en su interior, etc.

Palabrería de izquierda o congreso educativo de lucha

Bárbara Brito, militante de la Agrupación Combativa y Revolucionaria

El martes recién pasado se llevó adelante una nueva marcha estudiantil que puso de manifiesto la desconfianza que decenas de miles de estudiantes tenemos en el gobierno de Bachelet y sus promesas; a su vez que las fuerzas con las que contamos para dar una batalla consecuente por demandas como la gratuidad universal.

Pese a la represión y a los montajes de los cuales fueron víctimas Bryan Seguel y Camilo Díaz, salimos a tomarnos las calles con paros en la mayoría de universidades del país, y junto con sectores de la clase obrera como lo fueron los trabajadores del Transantiago y de la FENASIPEC en huelga.

Sin embargo dirigentes de la CONFECH como Melissa Sepúlveda, a la vez que vienen denunciando la mantención del mercado educativo por parte del gobierno y la represión que han volcado sobre los estudiantes, no han formulado una alternativa efectiva basada en la lucha del movimiento estudiantil en unidad con los trabajadores, para poner al gobierno contra la espada y la pared; aún mantienen la ilusión de que, a través del diálogo y la exigencia de ciertas garantías, junto con marchas esporádicas de presión, podrá Bachelet, su gobierno y los empresarios (a los cuales también invita al diálogo), ceder a nuestras demandas. Por eso exigen que las mesas de diálogo que propone el gobierno seanvinculantes y participativas. Pero, ¿basta con esto? Quienes militamos en la Agrupación Combativa y Revolucionaria planteamos que no. Un gobierno con historia en el desvío de nuestras luchas como sucedió el 2006, sólo podrá ceder a nuestras demandas cuando le tema al movimiento de los estudiantes y de los trabajadores, cuando le tema a nuestros dirigentes, cuando tema perder algo más que el mercado educativo al encontrarse con las bases organizadas y movilizadas contra el gobierno y sus políticas proempresa.  Sólo una gran lucha puede sostener una mesa de negociación con el gobierno, sólo una gran lucha podrá arrancarle la gratuidad de la educación para todos y financiada totalmente por el estado, sin subsidio a los privados.

Para los dirigentes actuales de la CONFECH, como Melissa Sepúlveda, también dirigentes del Partido Comunista como Jaime Gajardo, plantean que basta con un diálogo participativo y vinculante. Melissa Sepúlveda, yendo un paso más allá, menciona las demandas que tendrían que ser escuchadas y que responderían a las necesidades que el movimiento estudiantil ha manifestado los últimos años: “Debe avanzarse en un Sistema Nacional de Educación Pública, que sea gratuito, articulado a lo largo de todo el país, pertinente a las realidades locales. Debe ser de excelencia, para representar una verdadera opción frente a las familias chilenas. Los otros ejes son la gratuidad universal, el fin efectivo a la mercantilización y al lucro, la democratización de todo el sistema educativo, el mejoramiento de las condiciones laborales de profesores, paradocentes, asistentes, educadoras/es de párvulos y todos quienes participan en el proceso educativo. Por último, pero no menos importante: la condonación de la deuda a quienes siguen endeudados por créditos CORFO, CAE Y Fondo Solidario.” (Columna para radio U. de Chile, miércoles 11 de junio).

¿Cómo no estar de acuerdo con estas demandas? El problema reside, primero, en el alcance de dichas demandas: habla de democratización de todo el sistema educativo pero no de cogobierno o de administración triestamental de las instituciones educativas con lo cual regala el contenido de dicha democratización al gobierno o a las autoridades de cada institución; habla de mejores condiciones laborales para todos los trabajadores de la educación, pero no del fin al subcontrato, del paso a planta de todos los trabajadores, del fin a la evaluación docente, como necesidades urgentes. El segundo problema es que pareciera no importar levantar estas demandas en todo su contenido porque no se concibe como una lucha actual, porque se está esperando a un diálogo efectivamente vinculante y participativo para terminar de definir todo. Por que, a la vez de las ambigüedades en las demandas que la propia Melissa deja entrever en su columna, no hay mención alguna a un plan de lucha y movilización con lo cual conquistar nuestras demandas.

Como militantes de la Agrupación Combativa y Revolucionaria afirmamos que urge levantar una instancia democrática, con miles de delegados de base de todas las carreras y colegios, que sean mandatados por sus asambleas de base. Apostamos por levantar un Congreso Educativo de lucha donde además de definir nuestros pisos mínimos como la gratuidad de la educación universal y sin subsidios a los privados, el fin al subcontrato o el cogobierno universitario; definamos un plan de movilización junto a los trabajadores que ponga en jaque al gobierno. La exigencia de instancias vinculantes y participativas a secas son solo una ilusión, pues no conseguiremos nada sin nuestra movilización y lucha.

Los Guardias de Seguridad: Polémica desde el Marxismo frente a la Juventud Guevarista.

Junio 2014

Leandro Bravo Militante de la ACR- Historia Usach

 Los Guardias de Seguridad Privada:“el complemento de la Fuerza Publica en los espacios privados”.

La lucha contra  la subcontratación en la Usach, ha sido un punto central del debate durante todo este semestre, lo cual se potencio con los resultados de la encuesta de la Fundación Sol. La movilización del pasado 2013 y el petitorio realizado en el contexto de la Toma del Plantel, puso sobre relieve demandas históricas de los estudiantes, entre ellas, la lucha anti-autoritaria contra la Rectoría del 1%, la necesidad de la necesidad de un Claustro Triestamental y el fin al subcontrato en la Usach.

En este contexto se han organizado distintas actividades, marchas y debates en relación al subcontrato, desde si tiene utilidad o no mantenerse en las mesas estériles que contrajo la Federación (dirigida por el SomosUsach) con la Rectoría, o bien el debate sobre la función social de los Guardias.

La Juventud Guevarista entrando en la segunda semana de junio, publica un articulo llamado “Sobre la naturaleza del trabajo de los Guardias de Seguridad”[1], articulo posterior al foro contra la subcontratación realizado por éstos, donde invitan a exponer a un Guardia de Seguridad que presta funciones en distintos rubros (desde bancos, supermercados a Universidades)[2]. En este articulo tratan “la naturaleza del trabajo” de los guardias sobre la base de tres apartados pretendiendo así reducir a los guardias de seguridad al rango de trabajadores precarizados, sujetos al régimen de flexibilidad laboral, planteando incluso la necesidad de que este sector se organice y sindicalice.

 

A.- ¿Salario o función social? 

Si bien la Juventud Guevarista, parte de una consideración que hace el marxismo clásico sobre las “Fuerzas Represivas del Estado” que compartimos, la cual entiende a estas “como el cuerpo especial de hombres armados que monopolizan la violencia estatal” para así resguardar el Orden Social, determinado actualmente, por la defensa de los intereses de la Burguesía como clase dominante a la cabeza del Estado.

Pero sobre esta definición terminan por utilizar la idea de “los privilegios” (salarios, previsión social, etc.) que poseen las fuerzas represivas regulares del Estado (correctamente apuntan a los militares, gendarmería y policía) como el aspecto principal que termina por ubicar a éstas en un rango diferenciado, en relación a las otras capas sociales que reciben salarios (o a la clase obrera directamente), justamente por el interés que posee la Burguesía en asegurar su existencia para preservar su dominación. 

En este sentido es muy clara su argumentación. Lo primero, es que señalan que el rasgo distintivo de la clase trabajadora en el sistema capitalista es que “no tiene asegurada su existencia, solo su fuerza de trabajo”. Párrafos seguidos describen las características de la flexibilización laboral en el rubro de las empresas de Guardias de Seguridad, alta rotatividad, sueldos bajos, etc.

Pero aquí hay un problema de concepciones profundas para los revolucionarios. Para los marxistas, la clase trabajadora en la sociedad, con su fuerza de trabajo, es la que produce nuevos valores sociales, los que la burguesía se apropia mediante la explotación, viéndose la clase trabajadora enajenada del producto de su propio trabajo.

Pero y los guardia, ¿Qué valor social producen que se vuelven parte indispensable de la puesta en marcha de la Universidad?

Para nosotros la respuesta es simple: Ninguno.

La Universidad puede funcionar tal cual -como lo hizo la UTE en toda su existencia-, sin los guardias y el sistema de vigilancia.

Tener como argumento permanente la flexibilización laboral de la industria de la Seguridad Privada, para equipararlo con trabajadores, poniendo solo en la mesa el tema del salario, es una visión absolutamente reduccionista, “economicista” si lo prefieren, aunque para nosotros es claro que esta concepción no clasista, y centrada en el salario, es parte de la ideología de la defensa del “pueblo en general”, haciendo equivalente a todas las capas sub-alternas, solo por su condición de “pobres” y así diluir el rol estratégico de la clase trabajadora que tiene sobre la producción. Es la clase trabajadora la que puede transformar la realidad y acabar con el régimen de la explotación, en cuanto a que ésta puede cuestionar el enclave fundamental del régimen capitalista, la propiedad privada, es la usurpación constante que hace la burguesía del trabajo, de los valores producidos socialmente, las base de su acumulación y con ello el pilar del sistema capitalista; creemos que esta concepción, de hablar de los pobres en general, claramente no es clasista, esto sobre la base de que no toma en consideración alguna la función social que despeñan los guardias en los distintos lugares donde ejercen, y en particular en la Universidad. Para la Seguridad Privada, el Estado Burgués en Chile, en los años de la dictadura, dejo como base el Decreto Ley 3607 (08-ENE-1981) el cual determina que las funciones de la Seguridad Privada -servicios de Vigilantes y de Guardias, en sus distintas escalas- es actuar como complemento de la “Fuerza Publica” en los espacios privados.

Los guardias llegaron a la Universidad con la Dictadura, son parte del modelo de Universidad Empresa que se organiza sobre bases profundamente autoritarias.

 

B.- Una Institución para proteger los intereses privados.

Una institución regulada por la Subdirección de Carabineros para la Seguridad Privada (OS-10)

Ahora bien la Juventud Guevarista, plantea una distinción, que los Vigilantes (que si portan armas y les exigen como requisito haber formado parte de algún órgano represor del estado) son distintos a los Guardias. Y si, no se puede plantear como equivalencia cerrada. Pero el la clave del debate esta en la escala de magnitud de las funciones, no en “una diferencia de clases”. Ambas categorías son lo que son “complemento de la “Fuerza Publica” en los espacios privados”.

Pero Juventud Guevarista, en el intento de enajenar la función social de los Guardias llega a plantear que ni son una institución como tal, ni se les puede vincular con las fuerzas Represivas del Estado… veamos que tan cierto es lo que dicen.

Lo primero es claro. Los Guardias Privados, si son una institución como tal, la propia legislación del Estado Burgués la regula. Los funcionarios que eran porteros en el tiempo de la UTE se regían por el estatuto administrativo del sector público, como un trabajador más.

En el Manual de Organización del Sistema de Seguridad Privada de Carabineros de Chile, en la Parte I, Fundamentos del Sistema, especifica: “Carabineros de Chile, tiene por misión dirigir permanentemente las actividades relacionadas con la Seguridad Privada que ejecuten los particulares, supervisarlas y controlarlas, con el propósito principal de fortalecer las acciones de seguridad publica que realiza la institución[3].

Esto es muy claro, pero por si quedan dudas, exponemos unos apartados más que demuestran su vinculación absoluta con las fuerzas represivas del estado, en materia de seguridad y protección de la propiedad privada de sus clientes.

_Dentro de las  obligaciones generales de Carabineros de Chile esta:

b) Estimula este desarrollo para orientar los esfuerzos de las personas hacia la prevención de los incidentes exclusivamente en las áreas y recintos donde ejecutan sus funciones, logrando por este medio, minimizar la ocurrencia de éstos[4].

c) Radica en el PREFECTO, la función como Autoridad Fiscalizadora entendiéndose por ello el control y fiscalización de todas las actividades de Seguridad privada de su sector territorial.

_De las funciones del departamento OS10 esta:

b) proponer a la Subdirección acciones y medidas en materia de seguridad privada, con el fin de coadyuvar a la seguridad publica en la prevención de ilícitos.

g) Mantener registros centralizados de los delitos que afecten al sistema de seguridad privada, con la finalidad de realizar estudios y análisis, para proponer acciones preventivas que correspondan.

_De las funciones de la Sección de  Gestión de personal y Logística esta:

c) Confeccionar la Memoria Anual relativa a la Seguridad privada.

 

C.- La Universidad Autoritaria, la defensa de su propiedad: La Universidad de Mercado.

Es sabido y es algo que compartimos, el hecho de que la universidad este organizada en relación a las necesidades del mercado. Y su modo de funcionar, es además, el de una Universidad Empresa que se auto financia con la bancarización de los estudiantes, la disputa de los escuálidos recursos del Estado y a base de endeudamiento con las bancas privadas. Con eso sobre la mesa, debemos tener claro el carácter de la Universidad y hacia donde orienta su conocimiento. Los laboratorios de las distintas facultades, las investigaciones de los académicos, están vinculadas a las necesidades del mercado y a un conocimiento altamente especializado, estandarizado y hecho a la medida de la oferta y la demanda. Sabemos que esta transformación de la Universidad solo fue posible con una Dictadura Sangrienta. Pero también sabemos que  fueron los rectores en los gobiernos de la Concertación (hoy Nueva Mayoría) los que consolidaron este modelo.

¿Entonces que cuidan los guardias? ¿A los estudiantes? ¿La propiedad publica del estado al servicio de los trabajadores y los sectores populares? ¿Qué vigilan? ¿Por qué Zolezzi después de la marcha del 10/06 plantea que es necesario más guardias?

 

Cuando la Juventud Guevarista plantea:

“Se nos dice que a los guardias los puso Zolezzi. Eso es falso. Los guardias son puestos por empresas externas. Si le exigiéramos a Rectoría que pusiera guardias de planta, entonces sí que se garantizaría que los guardias fueran leales a Zolezzi”[5]

… ¿Qué cosa nos quiere decir?

Partir planteando que es un argumento absolutamente forzado para salir del paso. Zolezzi (que ha sido 8 años rector y ahora pretende asumir un nuevo periodo), los rectores anteriores, y las distintas “Juntas Directivas” de la Usach, son los responsables de consolidar y mantener el servicio de Guardias.

¿¿Vamos a olvidarnos del plan campus seguro?? ¿De sus cámaras satelitales puestas en postes gigantes? (Que dicho sea de paso, las botamos en la Toma del 2013, no en mesas dialogo estériles con el mismo rector que las puso)¿¿¿vamos a olvidar como se contrajo el contrato con la empresa EULEN, es de forma directa y sin concurso publico??? ¿Por qué pasan esas contrataciones con Zolezzi, es casual, el rector es inocente y no es el responsable?

Los guardias en determinados momentos han jugado un rol absolutamente represivo. En la marcha del 10/06/14 golpearon a una secundaria. El 2012 luego de una marcha nacional, azotaron la cabeza del ex vicepresidente de Lemc contra la caseta de Matucana intentando “prohibir su ingreso”, rompiéndole los lentes y dejándole puntos en su cabeza. Y en lo cotidiano juegan un rol segregador, determinando quien y quien no entra a esta “Universidad Empresa” (más allá si piden la credencial a veces o siempre. Lo hacen igual). Cuando hay marchas anunciadas o disturbios, son los primeros en informar a vigilancia, a la rectoría y a Carabineros.

¿Cuándo nos movilicemos contra la Rectoría del 1% y pongamos en riesgo sus intereses de mercado en la U, los guardias que rol jugaran?

No es difícil responderse si sabemos quien es “La empresa mandante”

La idea errada de que los Guardias pasen a planta, según su artículo, seria entregarle más herramientas de coerción a la rectoría. El problema de la Seguridad del campus es un problema que tenemos que resolver triestamentalmente y esta absolutamente vinculado a la lucha por el cogobierno triestamental y desmantelar el autoritarismo, el quien decide. La idea de porteros por guardias, no es un cambio de palabras. Los porteros de la Upla son tan funcionarios del plantel como los bibliotecarios o secretariados, no tienen cursos OS-10.

En base a lo anterior cabe hacerle una pregunta lógica a Juventud Guevarista:

¿¿Ustedes le abrirían la puerta de la militancia de su organización a los Guardias?? 

Nos parece que este escandaloso y mal intento de homologar a un Guardia de Seguridad con la clase trabajadora responde a una matriz de fondo y esta muy lejos del marxismo revolucionario. Obedece a una lógica que hay en las corrientes “filo miristas” que se reivindican del Poder Popular, y es la de disolver a la clase trabajadora en el pueblo en general, en enajenar las funciones sociales en la lucha de clases. La propagación de ésta concepción desarma estratégicamente a la juventud que quiere enfrentarse al régimen capitalista, pues se termina homologando el peso social-estratégicos que pueda tener “la población”, “el territorio en general” al que tienen objetivamente “los centros productivos”, corazón del capitalismo, núcleo de poder la burguesía, como en Chile son las industrias, la minería, los puertos, etc. Ahora claro, dirán que para ellos no son cosas excluyentes –y no lo son- pero hay una jerarquía, de que toca y que no toca, los intereses de la clase capitalista, que articula que. Y son a las huelgas, a los centros productivos, los lugares donde simplemente, no llegan las Juventudes Guevarista y los diversos Colectivos Populares. Y es allí, justamente, donde los Marxistas Revolucionarios avanzamos, hacia el puerto, a la Huelga de Correos, a los sindicatos de la Industria y a la Minería.

Por ultimo, como anexo, dejamos la descripción que nos muestra la Página corporativa de Eulen en relación sus servicios de Vigilancia[6].

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El Grupo Eulen desarrolla actividades de seguridad a través de varios servicios. En la actualidad para garantizar un buen servicio en seguridad física y en televigilancia contamos con una extensa flota de vehículos a lo largo del país, equipados con tecnología GPS los cuales son comandados por nuestra central de operaciones (C.O.E) la que funciona los 365 días del año y las 24 horas del día.

La experiencia de Eulen Seguridad  ha permitido formular el método de integración Hombre / Sistema.

Su principal área de actividad son:

•Seguridad Física

•Seguridad con Recursos Caninos (apoyo con perros adiestrados)

•Seguridad Electrónica

  • Sistemas de CCTV
  • Sistemas de alarma y central de monitoreo
  • Detección de humo y extinción de incendios
  • Control de acceso 

 

[1] http://es.scribd.com/doc/228992067/Sobre-La-Naturaleza-Del-Trabajo-de-Guardia-de-Seguridad-2

[2] http://es.scribd.com/doc/229311652/Sintesis-Foro-La-Lucha-Contra-El-Subcontrato-Juventud-Guevarista-USACH

[3]ttp://perfeccionamiento.carabineros.cl/dis/perf_2013/anexos_ttecrl/anexo5/2_M_ORGANIZACION.pdf

[4] Todos los aparatos siguientes, corresponden al documento anterior de Carabineros.

[5] http://es.scribd.com/doc/228992067/Sobre-La-Naturaleza-Del-Trabajo-de-Guardia-de-Seguridad-2

[6] http://www.grupoeulen.cl/servicios/seguridad.aspx

Debate desde el marxismo revolucionario con la estrategia guevarista

Dejamos a disposición de los lectores los siguientes enlaces que contienen artículos de debate marxista con la estrategia de la guerrilla y el guevarismo

http://www.ft-ci.org/A-40-anos-del-asesinato-del-Che-Guevara?lang=es

http://www.ft-ci.org/Dos-concepciones-frente-a-la-revolucion-latinoamericana

http://www.ft-ci.org/La-prueba-de-Cuba-y-el-dogma-de-la-revolucion-por-etapas

http://www.ft-ci.org/Los-revolucionarios-y-las-masas

Los debates de estrategias

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Natalia Cruces

En el último número del The Clinic su director, Patricio Fernández en la editorial “Estudiantes, Movimiento Estudiantil” realiza una reflexión sobre la situación actual de la lucha estudiantil, comparando el estado de la movilización hoy con la del 2011. Entre otras cosas señala el impacto que generó el movimiento ese año, “un cauce por el que un sector importante de la ciudadanía se quiso manifestar. Llegaron a contar con un 80% de apoyo, según encuestas de la época”.

Sin embargo, después de saludar el movimiento comienza a discutir respecto de que, con el tiempo, las marchas se vuelven “rabiosas”, apareció la “violencia” el “iluminismo”, etc. Fernández critica especialmente a estos iluminados “un pensamiento magnífico y alejado de la realidad”. Más aún se refiere a los “reclamos desproporcionados” que tienen hoy las movilizaciones. ¿A qué reclamos ‘desproporcionados’ se refiere Fernández? ¿A luchar por la educación gratuita, un derecho que existió en nuestro país hasta 1973, y que existe en muchos países del mundo, como Argentina y otros? ¿A luchar por el derecho irrestricto, para que no exista educación para ricos y otra para los trabajadores y el pueblo? ¿O será por cuestionar la educación de mercado que dejó instalada la dictadura y pervive hasta la actualidad por los gobiernos de turno?

Fernández señala que las marchas “perdieron su encanto” porque ahora los carteles tienen eslóganes “en su mayoría rimando con la palabra Revolución”. Esto es lo que verdaderamente asusta y enfurece al editorialista, que el movimiento estudiantil avance del cuestionamiento de la educación de mercado al de la sociedad de clases y al capitalismo.

The Clinic, que se presenta como medio aparentemente “progresista” es parte del discurso oficial de la Nueva Mayoría, que presenta sus reformas moderadas y parciales para tratar de sacarnos de las calles y evitar que los estudiantes volvamos a exigir la educación gratuita para todos ahora, retomando los métodos de lucha como los paros y tomas. En nuestro país la dictadura dejó una serie de amarres, entre ellas también los avisajes en los medios oficiales (El Mercurio, La Tercera) que la Concertación y los siguientes gobiernos han mantenido. Incluso durante los primeros años de la postdictadura cerraron varios medios como Fortín Mapocho, por problemas económicos.

El supuesto progresismo de The Clinic, que en su misma edición trae un reportaje al crecimiento de las juventudes guevaristas en la Confech, es en realidad un disfraz para enfrentar, desde otro lugar, a los sectores del movimiento estudiantil que se han propuesto luchar por todo, cuestionando los pilares de la herencia de la dictadura en la educación que tienen que ver con la educación de mercado, la mercantilización, el autoritarismo, el filtro de clases.

El sentido común que intenta instalar Fernández es la idea que hay que aislar a los sectores y agrupaciones del movimiento estudiantil que representan una política e intereses independientes del gobierno, la Nueva Mayoría y sus políticas. A quiénes luchamos por terminar con la educación de mercado y sus consecuencias, planteando como primer paso irrenunciable la lucha por la educación gratuita para todxs, sin filtro de clases, una verdadera reforma universitaria que termine con el autoritarismo en las casas de estudio.

Al contrario de lo que plantea Fernández que el riesgo está “en la pureza” o el “todo o nada”, señalamos por el contrario que si se trata de una por ir por todo, como decían los estudiantes ese mismo 2011. Y porque ese todo es apenas el primer paso: es recuperar la educación gratuita, como un derecho básico garantizado por el Estado, para todos, financiado con impuestos a las grandes fortunas y no con la tibia reforma tributaria de la Concertación, que no toca los intereses de los grandes empresarios y busca quedar bien “con dios y con el diablo”. Fernández ve con preocupación la existencia de los “grupos neo miristas, guevaristas, anarquistas libertarios, trotskistas. Imposibilistas todos, a quienes mueve el saber que la política vulgar convive con el pecado de la traición”.

El verdadero debate que está detrás de las palabras de Fernández, es de las estrategias para conseguir la demanda que instalaron los estudiantes el 2011, la educación gratuita como piso mínimo. Fernández, junto a la Nueva Mayoría y los parlamentarios del llamado “bloque estudiantil” representan la estrategia de la reforma moderada, de los avances parciales y paso a paso, que en realidad no cambian la realidad de la educación en Chile, la educación de clases, el mercado, la falta de derechos.

En algo Fernández tiene razón y huele temeroso con el instinto de su clase y de los intereses que defiende: además de las demandas levantadas, un sector del movimiento estudiantil se acerca a concluir y hace la experiencia, y nosotros los trotskystas del PTR lo estamos planteando frente al gobierno de la Nueva Mayoria, que solo con los métodos de la lucha de clases podremos arrancar nuestras demandas. A fines del 2011 se anticipó con la división de lo que se llamó “ultras y moderados”. No se avanzó en esa dirección. Pero el 2012, estuvo la toma la Casa Central de la Universidad de Chile y de decenas de liceos y algunas universidades. El 2013, impulsamos el “tomazo”, que agrupó a miles de estudiantes que querían retomar activamente y con sus métodos la lucha y demandas planteadas. Este 2014 ese mismo fantasma recorre las discusiones del movimiento estudiantil, es un debate abierto que tendrá que resolverse. La fuerza organizada de la derecha, da cuenta, por el contrario, de las fuerzas que están poniéndose en movimiento.

Los trotskistas del PTR queremos derribar la universidad a lo Pinochet, no dejar piedra sobre piedra de su educación de mercado, ingreso irrestricto y el fin de todo subsidio a los privados. Pero además exigimos también poder de decisión de estudiantes y funcionarios en el gobierno universitario, con el co gobierno, como también el fin del trabajo precario de profesores y funcionarios de la universidad. Y creemos que es el primer paso, porque es necesario luchar por una educación al servicio de los trabajadores y el pueblo pobre.

13 de junio de 2014

 

EDITORIAL

Los estudiantes

Patricio Fernández 13 Junio, 2014 Tags: 2011, Estudiantes, Movimiento estudiantil

Editorial-548

El movimiento estudiantil del año 2011, encarnó mucho más que un movimiento estudiantil. Sus marchas fueron el cauce por el que un sector importante de la ciudadanía se quiso manifestar. Llegaron a contar con un 80% de apoyo, según encuestas de la época.

Eran una protesta y una fiesta. La gente salió nuevamente a las calles. Cundían los carteles ingeniosos. Uno de los marchantes llevaba un papel en la frente que decía: “Los de atrás vienen conmigo”. Y atrás iban miles de personas, en su inmensa mayoría jóvenes, secundarios y universitarios, pero no solamente ellos.

No fueron pocos los apoderados que defendieron a sus hijos cuando se tomaron sus escuelas. Había viejas que salían a las veredas para aplaudir a los que pasaban. “Un Paco es otro niño sin educación”, explicaba un cartel. Y así eran miles, y pasaban las comparsas de las escuelas de baile y de teatro y de música, con disfraces alucinantes, para nada improvisados, y orquestas carnavalescas en torno a las cuales se avanzaba bailando.

“La lucha es de la sociedad entera, todos por la educación gratuita”, rezaba un cartel enorme en el frontis de la casa central de la Universidad de Chile. Pública, gratuita y de calidad: ese era el petitorio.

En un comienzo participaron incluso votantes de Piñera. Con los meses, las marchas se volvieron más rabiosas.

Aparecieron lotes importantes de pingüinos entonando gritos de guerra. Sucedió algo absurdo, pero no infrecuente: los medios de comunicación que satanizaron durante sus inicios al movimiento estudiantil por esos pocos encapuchados que destruían vidrieras y paraderos al final de las manifestaciones, sin atender a que ahí estaba sucediendo algo de verdad importante, sacaron el foco de la violencia en los precisos momentos en que la violencia crecía.

Los que fueron dirigentes entonces, y que hoy son diputados o colaboradores de ministerios, son quienes, si se atrevieran a reconocerlo, mejor podrían dar cuenta de ello. De pronto se apoderó de la discusión interna de la asamblea estudiantil un cierto iluminismo, un pensamiento magnífico y alejado de la realidad.

Cuando digo violencia, pienso en radicalidad, porque al día de hoy en las marchas los destrozos son menores, pero los reclamos desproporcionados. Pasan galopando por encima de las limitaciones, cuando sabemos que las limitaciones son la prueba de calidad.

Sería falso decir que las marchas estudiantiles han perdido del todo su encanto. Todavía convocan a decenas de miles de personas. Ya los bailes no poseen el mismo embrujo. Los viandantes no se detienen a aplaudir. Muy pocos van disfrazados y carnavaleando.

Creo haber olido más marihuana que antes, lo que no tiene por cierto nada de malo. “Pitos, marihuana y alcohol, queremos una buena educación”, gritó uno en la marcha del martes.

Los carteles hablan de un mundo que rima: “Luchar para estatizar y vencer para controlar”, “El Milla al burgués con la cuchilla”, “Mujer bonita organizada/ más bonita encapuchada”, y así miles de eslóganes, en su mayoría rimando con la palabra Revolución.

A pesar de todo, la marcha seguía viva. Supongo que se debe a que sus exigencias puntuales, a veces delirantes, no son lo central.

Su vitalidad radica donde mismo su riesgo de muerte: en la pureza. Todo o nada. Ya no son la expresión de una gran comunidad, sino sus ángeles castigadores. Grupos neo miristas, guevaristas, anarquistas libertarios, trotskistas. Imposibilistas todos, a quienes mueve el saber que la política vulgar convive con el pecado de la traición.

Es obvio que no pueden decidir ellos el destino de la educación; de lo contrario, en lugar de ir a clases para aprender, debieran hacerlas para enseñar. Quizás los niños menores que ellos son los únicos que debieran dar lecciones, pero ese es otro cuento. Poseen una conciencia a ratos alterada, aunque siempre despierta. Despreciativa de aquello que está bien, y muy atenta a cuanto está mal. No hay padre que no sepa de qué estoy hablando.

Internacionalistas

Juan Valenzuela

Se inicia el mundial de fútbol. El descontento social activado en Brasil por elcontraste entre despilfarro asociado a este megaevento y la miseria social, es evidente. La juventud, los pobres y la clase obrera -ese gigante que bordea los 100 millones de personas-, venían desarrollando previamente -especialmente desde junio de 2013-un proceso de incremento de combates, huelgas, movilizaciones callejeras, poniendo en cuestión la imágen previamente predominante de un Brasil estable y en constante desarrollo -es la octava economía del mundo-, e imprimiéndole el sello de la lucha de clases a la principal formación económica-social de Latinoamérica. Trabajadores, docentes y estudiantes universitarios, barrenderos, sin casa y -ahora- los trabajadores metroviarios de San Pablo aparecieron en las calles. Estos últimos han padecido una brutal represión -a días del mundial- con la militarización de las estaciones de metro y cuarenta despidos focalizados en los activistas de la huelga. Imágenes de graffitis que denuncian el despilfarro, multiplicadas en las redes sociales; la prensa con sus análisis y noticias, los comentarios ineludibles de los adeptos al fútbol que seguirán el mundial, transforman el acontecer interno de Brasil en un hecho político de relevancia internacional. Esto tiene una base material: Brasil es la principal economía de Latinoamérica y la octava del mundo, es decir, es un centro de gravedadLo que acontece y acontezca en este espacio impacta e impactará fuera de las fronteras brasileñas.

Furibunda contra los trabajadores y el pueblo pobre brasileño, Dilma Rousseff insistió en su defensa del despilfarro. Indicó que la condición de sede mundialera es motivo de orgullo y ofreció “un sistema de seguridad capaz de proteger a todos”. En un gesto de hipocresía planteó que las manfestaciones del año pasado “ayudan a perfeccionar la democracia” y aseguró que durante la Copa, será garantizado el derecho de manifestación, aunque serán cohibidos “excesos y radicalismos”. El chavista Maduro, por su parte, también respaldó el mundial.

¿A qué excesos y radicalismos se refiere? A la lucha obrera. Ese supuesto “exceso” ha sido reprimido con la militarización de las estaciones de metro, la ilegalidad de la huelga y el despido de más de cuarenta activistas de la lucha. No cedió a ninguna de las demandas. Preocupada por que la clase obrera recibiera el mundial exhibiendo su enorme fortaleza, su capacidad de paralizar los flujos de turistas y consumo intensificados por la fiebre mundialera, empeñada en defender los jugosos negocios de los empresarios, ha desatado la militarización, sin contar las denuncias de asesinatos de niños o la prepotencia policial en las favelas. La clase obrera internacional sabe de esto. La cobertura mediática del mundial -contradictoriamente- sitúa la mirada de millones en las miserias de Brasil.

La campaña de solidaridad con los metroviarios de San Pablo que impulsamos los revolucionarios con la consigna la clase obrera es una y sin fronteras y que se ha traducido en saludos de compañeros de Correos de Chile o Jurmar, en un rap de laBrigada de Hip-Hop Clasista, en pronunciamientos de la Agrupación Combativa y Revolucionaria y el Partido de Trabajadores Revolucionarios, entre otras cuestiones, busca desarrollar una conciencia de clase internacionalista. El internacionalismo, no es un “ideal” que se desprende de una consideración puramente moral. Por el contrario, está directamente vinculado con la estructura del capitalismo. León Trotsky, escribía, a propósito de esta cuestión, ya en 1928, en una crítica a la dirección oficial de la III Internacional, compilada en Stalin, el gran organizador de derrotas: “En la época actual, infinitamente más que durante la precedente, sólo debe y puede deducirse el sentido en qué se dirige el proletariado desde el punto de vista nacional a partir de la dirección seguida en el dominio internacional y no al contrario. En esto consiste la diferencia fundamental que separa, en el punto de partida, al internacionalismo comunista de las diversas variantes del socialismo nacional (…) Uniendo entre sí a países y continentes que se encuentran en etapas diferentes de desarrollo a través de un sistema de dependencia y oposición, aproximando estos diversos niveles de desarrollo y alejándolos inmediatamente después, oponiendo implacablemente todos los países entre sí, la economía mundial se ha convertido en una realidad poderosa que domina la de los diversos países y continentes.”

¿Es entonces acertado cuestionarnos si acaso las luchas de clases en Brasil pueden ser el anuncio de mayores convulsiones en Latinoamérica? ¿No podemos acaso decir que si los compañeros metroviarios consiguen reincorporar a los despedidos y defenderse del ataque patronal, los trabajadores de todos los países -especialmente los de América Latina- estaremos en mejor pie para nuestros combates, para defendernos y salir a combatir por nuestros intereses? Por todo esto, el internacionalismo es un principio crucial, completamente práctico y necesario para la política revolucionaria.

12 de junio de 2014